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Cuando el silencio me ahoga, enciendo la radio y me llegan de un planeta lejano voces que apenas comprendo: ese mundo tiene su tiempo, sus horas, sus leyes, su lenguaje, preocupaciones, diversiones que me son radicalmente extraños.
Simone de Beauvoir.







Tratando de llegar a la calle de enfrente
comprar tabaco. Tambáleandome en la esquina
cerca de la cabina telefónica.
Siempre huyo, justo en el momento justo
cuando crees que me tienes para siempre
cuando crees que me amas y que soy la chica
medio trágica pero en el fondo fantástica
cuando crees que todo saldrá bien
cuando crees que vas a engendrar algo
cuando crees que vivirás en mi casa
cuando crees que vamos a pasarnos
los días follando.
Entonces es cuando yo
huyo
despavorida
en dirección contraria
y busco en mi armario ropa con la que
pasar desapercibida
y busco en mi interior maneras de entender
por qué el viento hace grietas en mi piel
o por qué el azul del cielo parece volverse menta.
y busco en la librería algo con lo que olvidar
el presente
y busco en otros labios la paciencia de
lo desconocido
y el ardor de lo que no ha de repetirse.
Cuando recuerdo una risa encendida
una noche de abril
bebiendo vino haciendo todas aquellas cosas que parecían
no ser nada en realidad siéndolo todo.
Huyo porque
si hay algo que no soporto, sabes
si algo hay que no puedo resistir, que me abruma
y me vuelve completamente loca
es el celo con el que quieres poseerme
y hacer de mi lo que siempre quise ser
es el celo con el que quieres hacerme madre
y santa y esposa y puta y guarra y amiga y amante
es ese celo, el que me asusta
porque no se si seré
capaz
de acercarme siquiera un poco
a aquello que esperas que se supone
es lo correcto.
Estando como estoy, aqui borracha
sin saber qué escribo ni por qué
mirándome al espejo notando este peso
descorazonador
en mi.
Y no hablo en sentido figurado.
Los dos sabemos que puedo ser.
todo eso.
que puedo llegar a ser
más.
Pero existe en mi una manera implacable de
cerrar los ojos, de entornar los párpados
como pesadas guillotinas.
Un modo inexcusable con el que destruirme
al pensar que no merezco
ni uno solo
de tus cabellos.

Hoy es una noche mágica
aunque gracias a él vivo dentro de un tupperware
y se esconde mi sonrisa detrás de la mano
y observo cagar a un perro en el descampado.
Hoy, es una noche mágica
y he aprendido que no siempre que uno quiere
encuentra musas en las palmeras de la calle,
o en las naranjas que caen blandas y
con ese perfume avinagrado.
Normalmente me escudo detrás de libros y fotografías
de poemas que siempre caen en saco roto
de ambiguas formas de hacer las cosas
de pensarlas.
Siempre hago de esto aquello y procuro
no quedarme muerta cuando me dices
te quiero o cuando hablas de mi dedo
empapado recorriendo tus labios.
Siempre intento forzar la esencia, atraparla
guardarla en frascos pequeños, que ordeno
en las estanterías de mi vida:
El olor de los calzoncillos que él olvidó en casa
el aparato para escucharme el corazón.. bueno
él me dijo, cierra los ojos
ponte esto (alargando la mano con el estetoscopio)
y trás unos segundos pude oir su corazón.
Y entonces susurró: este es mi regalo.
No suelen pasar cosas que merezcan la pena
pero aquello, fue el principio del fin
y el fin el principio de otro algo.
Ahora me cuesta mirarme al espejo
rompo las cosas cuando me enfado
ordeno compulsivamente los trastos que se mueren en casa
esperando al mismo tiempo ordenar mi vida.
No caer en la desidia, en el tiempo muerto.
Quiero que alguien me coma las tetas
que murmure en mi oído palabras cansadas
que me haga un hijo
que me rompa la cara.
Quiero que alguien me investigue y no quiero seguir soñando
sólo quiero vivir, joder.
vivir.
y mientras observo al tipo que fuma el cigarrillo
en la ventana de enfrente
en realidad no se si quiero
eso
o preferiría
como siempre
estar en otra parte.

Debes saber que estaba a punto de ahogarme.
Compré algunas botellas de oxígeno.
Compré un libro que hablaba de cómo amarse a uno mismo
y una pequeña libreta que habría de esforzarme por llenar de letras
Compré cientos de chinchetas y maletas, y billetes de avión
caducados, que nunca se usaron,
en afán coleccionista.
Se
que me dejarás antes de que todo empiece
yo siempre fui asi,
lo quiero todo
o nada.
Y todo nunca suele ser suficiente.
Por eso me limito a exprimir un segundo,
y a desperdiciar el siguiente.
Como si eso me eximiera de lesionarme,
de entregarme
de hacer de esto algo convincente.
Creo que todavía no estoy curada no querrás
que te contagie
estas heridas.



*


La mayor parte de las veces no consigo recordar.
La estación se tambalea, aún recién llegada.
El color es ocre no podría ser otro.
No consigo creer en nada
yo misma soy irreal, no consigo creer
ni en el propio aire.
Cierta violencia quiere salir dirigida hacia ti
hacia aquel modo de jadear, de bramar
de escupir fuego.
Hacia tu saliva olvidada, hacia el aliento denso y apurado
al borde de mi oído y de mi odio
todo se vuelve hacia dentro y parece como si fuese a morirme
de miedo y de rabia.
Todo está vacío y yo, sudando
todo este amor
la compasión
la certeza de que
nunca
seré capaz
de amarme.
Todo eso, sabes?
A veces demasiado.


*


Tengo tantas ganas
De lamerte
De envolverte
De comerte
De arrastrarte agarrado a mis dientes
De chuparte
De aspirarte
Succionarte
Amamantarte
¡Tantas ganas
de dejarte limpio
como una buena perra
a su cachorro!


*


No habían escanciado el vino y ya sentía yo ese temblor de manos en el que me reconocía alcoholizada desde hacía meses.
El hombre del monóculo, de largos bigotes y sucios puños de camisa, parecía sorprendido ante mi ansiedad, riendo y mostrando así su diente de plata y su escasa fortuna.

Habiendo visto en compañeros y amantes los terribles efectos de la carencia de alcohol, lo que los sabios y doctores llamaban "delirium tremens" no deseaba yo, bajo ningún concepto, comenzar a ver serpientes y gritar al tiempo que enseñaba las enaguas, o como un desagüe enfermo, borbotear espumarajos por mi boca recién pintada, dejando en evidencia a mi amantísimo esposo.
Era este un hombre triste, individuo deprimido y deprimente, cobarde pero bravucón, intolerante e intolerado por el selecto círculo de damas que arrastraban títulos mientras enredaba sus lenguas en conversaciones cocainómicas, pero al que yo amaba en su calvicie y obesidad, al que amaba gracias a la influencia de su lengua allí donde la espalda pierde el nombre y a su retahila incoherente post coito, la cual me divertía y entretenía hasta caer dormida con la cabeza apoyada en su barriga fláccida o en la almohada mojada de sudores de amor.

Así que enamorada del terrible esposo y embutida en aquel hermoso vestido, pude observar trás la enésima copa, como una grande mujer rubia se abalanzaba sobre un caballero bien parecido, impecable en su vestir, pero que por el aspecto de sus pupilas y la extrañeza de gesto al mirar, parecía encontrarse fuertemente drogado.
Yo no soy quien para criticar estas acciones de mujeres despesperadas, pero les juro que no pude evitar reir y atusarme el pelo, para después caer en coma etílico sobre el balancín del jardín, en el que desperté al día siguiente, con las primeras luces, helada de frío y con un papel metido en el escote, que al desplegar me arrojó su verdad a la cara.

Está usted despedida.
Del mundo.
De todo.
Del todo.

No me llames más.
No pienses más en mi.
Imagina que todo ha sido un sueño de esos
en los que uno es feliz
(hablamos de esos sueños alguna vez)
y ya sabes, siempre se
acaba por despertar
con mal aliento
algo sudado
con hambre
y sin agua caliente (porque se ha jodido el termo.)
La leche está cortada
(de todas maneras no queda Nesquick)
y todo te la suda porque no tienes que ir
a trabajar.
Así que
mejor
no me llames más.
Imagínate eso. Que fue un sueño.
Después, pasado el mal día (por lo real),
vuelve a dormir y cuando
salga el sol otra vez
puntual y aburrido,
entonces,
estará:
TODO OLVIDADO.
TODO LIMPIO.
TODO EN ORDEN.
Podrás desperezarte
y decir:
AQUÍ
NO
HA
PASADO
NADA.

ni siquiera pretende ser un texto que parezca algo.
sólo necesito escribir.


descomposición - recomposición- humana, espiritual y física.

Cuando salgo de alli veo mi belleza y mi fuerza, cosas de las que tantas veces reniego acosada por la televisión la moda el desamor y la experiencia, y aunque suene a tópico es la verdad: mi corazón se agranda, me siento bien.
Es muy duro porque se ven cosas terribles. No es cierto que para crecer haya que ver cosas horribles, pero sí lo es el hecho de que se valoran de diferente forma algunas cosas que poseemos y que normalmente damos por hechas.
Y entre ellos hay una patinadora acróbata de una belleza que parece insultarla ahora desde la fotos en blanco y negro que guarda en el bolso. Y un trompetista de jazz con artrosis en las manos. Y mujeres fuertes, de campo, que amasaron el pan y trabajaron la tierra. Jóvenes, llenas de vida. Por entonces. Ahora lloran en esa silla tapizada de rojo.

Paso por pasillos llenos de muerte. Por pasillos de olores indescifrables, por caídas al suelo de mujeres ciegas, por delirios, demencias y obsesiones.
Paso por todo eso con la cabeza alta y el corazón que se encoge para después hacerse más grande.
Y pienso que sólo quiero amar cada segundo de mi propia vida, y a la gente que me rodea y merece todo esto que guardo aquí. Y buscar un sitio, no pensarlo más. Ser feliz, tener un hijo, otear el mar desde mi ventana, leer libros a media tarde, mientras alguien deja sus huellas en la playa, y yo le miro de lejos, y me siento bien, bien, bien.

Otro puto día de mi vida, abriré mañana los ojos y veré la pared desconchada a esa misma altura (esa pared que yo me encargué de destrozar con mis uñas mientras hablábamos por teléfono hace ya, parece, dos mil años).

Cierro los ojos en casa.
Me mantengo al filo del interruptor
a punto siempre de encender, de concretar la imagen.
Cierro los ojos y se vuelcan dentro imágenes blandas, pegagosas.
Se vuelca cierta inexperiencia en esto de encontrarse
y se corta con la navaja la carne, se lesiona.

El ático esconde una siniestra enfermedad,
que habla de olvido y carencias asesinas,
y así pretendió manifestarse
con la última llamada y la primera lágrima
que quise que rodara para tí y que tú
desechaste con la rápidez del que sabe que
se ha metido en un buen lío.








Óleo Zapatillas de David Morago Caro.

¿Importa o no?

Bajo la mesa, en pequeños fragmentos, me deshacía
como una niña estrambótica y pálida.
Quería volver a nacer, y en posición fetal
rezaba y rizaba mis cabellos con los dedos.
Mi padre se cristalizaba y parecía un ser
mitológico.
Mi madre intentaba cogerme de un pie
pero sólo conseguía rozarlo
con las puntas de los dedos.
El fuego crepitaba en la chimenea y teníamos unas pinzas de hierro
con las que quemar trozos de pan y luego comerlos.
Y yo rezaba.
Con los ojos cerrados.
Entonces lo lograron. Unos brazos largos me arrastraron a la luz.
Y me zarandearon, y yo lloraba y el tiempo se detuvo
y supe
que necesitaba algo. Un príncipe y un castillo.
Una verdad.
O en su defecto
carencia de interrogantes.
Fue la primera vez que deseé, ser otra persona.
No tener luces, no hacer preguntas, no necesitar respuestas.
Aprender a gritar en un portal, hacia el portero electrónico
palabras malsonantes, y que nada, nada.
Me importara.
Tanto.

Yo todavía tengo trozos de corazón viajando en mi interior.
Llegan al pecho y entonces creen recomponerlo, pero se confunden
y me asfixian.
Entonces es cuando escribo en revistas para aficionados y fotografío a algunas personas
que ponen un hilillo de voz y sonríen tímidamente mientras les digo:
"mira hacia otro lado, hagamos de esto algo natural"
Es cuando salgo de bares y me emborracho y me pongo las gafas en una cafetería
y me cito con amigos que explican sus putas vidas
y tengo que escuchar, sonreír y aconsejar. Bailar
al son de la sociabilidad.
Es cuando necesito dormirme sobre un pecho ajeno y escuchar el latido de otro corazón
y morirme en su calor y en su desidia.
Levantarme tarde y abrir las ventanas, poner música en el reproductor
Y salir a la calle, caminar deprisa, como si la velocidad me eximiera
de hacerme preguntas, o mejor
de intentar contestarlas.
Entrar en librerías, leer poesía de pie, rápido. Con avidez.
Y creer en el futuro, tener, cierta esperanza.
Mientras me recojo el pelo y hago como que
algo me importa lo bastante
como para seguir, seguir, seguir.

Para M.

He calculado con precisión de arquitecto, la forma y la dimensión.
He calculado con afán de explorador, la latitud y el horario.
He calculado con bayeta de ama de casa, el porcentaje de polvo acumulado
en relación al tiempo que permanece
la ventana abeirta
(la que da justo al descampado)
Y no he obviado que, pese a los cálculos o las promesas
nada es factible, nada es definitivo, nada se mantiene.
Mis collares me ahogan, los zapatos me aprietan
Nunca fui la chica que esperaba nadie.
Nunca fui la chica que él quiso besar en la oscuridad del cine..
Ni la perfecta poeta de curvas diabólicas con la que viajar a la India
Y hacer hijos robustos que caminaran descalzos
(Aunque pudiera parecerlo)
Nunca fui aquella con la que formar familias o crear vínculos estrechos
más allá de las palabras que suenan en teléfonos malditos
nunca más allá de la voz radiofónica, del estallido principal
por el que uno cree que está todo
Decidido
Hecho
(que se ha llegado a alguna parte)
Aunque he calculado con balanzas de laboratorio
toda la necesidad y todo el miedo, cada pequeño esbozo de una ligera
verdad.
Aunque he calculado con matemáticas todos los besos que nunca
llegarán a darme, y todos los hijos que no tendré y todas las ciudades en las que
no viviré.
Aunque se que definitivamente, estoy jodida.
Porque tengo el corazón roto y la mente nublada y me falta el aire
y el pelo se me enreda y las piernas no responden y las manos sólo quieren asirse a "Algo"
Porque tengo la fiereza que acumulada, rebosa en rabia
Y la incredulidad de la desesperanza
Y litros de un gas noble extraño, amoroso, aromático
que yo te daría, en dulces botellas, para que con mascarilla
inhalaras.
Y pudieras entenderme, entender la esencia.
La fuerza.
La verdad.
Verla
de
Cerca.

Palíndromos. Cafetería de Albatros.

Del la web de ana elena pena...


"Ellos quieren ofrecerme coches,
joyas y pieles, tú jamás...
Entregarme sus fortunas,
descolgarme la luna, tú jamás...

Y cada vez que me llaman
me dicen que soy hermosa,

tu jamás

Me imploran y me adoran,
y sin embargo los ignoro,
y tú lo sabes.

Hombre, tú eres un hombre
como los demás, lo se,
y como eres mi hombre,
yo te perdono,

y tú jamás.

Se inventan historias que finjo creer, tú jamás.
Me juran fidelidad hasta el fin de la eternidad,
tú jamás.
Y cuando me hablan de amor
necesitan muchas palabras, tú jamás.
Me traen sin cuidado sus fortunas,
que dejen ahí la luna,
no lo lamentaré...

Hombre, sólo eres un hombre, como los demás, lo se,
y como eres mi hombre, yo te perdono, y tú, JAMÁS"



.... PALÍNDROMOS

Ahora aquí sentada, he comprendido lo que quieres tú.
Y no soy yo.
En la cafetería del cine, miro a una chica delgada con un peinado moderno y
zapatitos de niña.
Un estilo muy pop, sabes.
Se toca el pelo suave y liso con los dedos y sonríe mirando la programación de la sala.
La acompañan dos amigos. Es pequeña y frágil.
Llevará una buena alimentación.
YO
Sin embargo
estoy aquí sentada, gigante y enredada. Cruzo las piernas con poca elegancia.
Acerco demasiado la vista al papel, casi diría que lo cubro con la cabeza.
(Mi abuelo siempre me decía, te vas a quedar ciega! Mi madre me pregunta ¿es que no ves bien? y yo confío en que comprendan cierta necesidad de intimidad, de esencial burbuja)
Me sobran veinte kilos.
Los zapatos me hacen rozadura.
El setenta por ciento de los hombres me parecen gay.
Voy de negro, no parezco alegre.
Más bien enfrascada en lo mio. Conversando con tenacidad en el modo auto.
Poco atractiva.
Mirando la hora en el reloj de pared.
Sola.
El collar de bolas negras me ahoga obstinado.
Lo hago ceder.
El café me provoca ansiedad.
A veces encorvo la espalda como si de un momento a otro
fuera a bendecir el suelo.
Fumo demasiado, hace tiempo que no voy en bici.
Bueno, lo único que en este momento puedo
decir a mi favor es que
escribo en
una Moleskine.
(lo que me da un toque realmente intelectual)
y que

te

quiero.

(Yo hago yoga hoy)
(Amigo, no gima)
(In girum imus nocte et consumimur igni)

Me interrogo aquí, gesticulando, justo en el borde la boca.
Me caigo aquí dentro, buceo, desarrollo nuevas destrezas
con el afán de
difundirlas por toda la faz de la tierra.
La moralidad me esquiva en la puerta del cine porno,
como el viento a las esquinas de ángulo desigual.
En las viejas
calles.

Palabras que no nos gustan.

Dicotomía. Realidad. Arritmia. Procesar. Ajenjo. Raquítica. Enclenque. Bótox. Enjundia. Idiosincrasia. Hiperventilar. Colación. Miedo, ansiedad, lexatín, bajón, sola, gorda, siempre, otra. Madrastra, hijastro, mujerzuela, epíteto, bofe, cachicamo, sarro. Reglosa. Hermenéutica, Diacrónico y sincrónico, epocal, epistémico/ca. Padre, Madre, Pescado. Instruir, pollito, anémona, libertinaje, zozobra. Pretension, desproposito,recelo, celos, posesión, cargo, despedidga, grande, dependencia, soledad, menosprecio, descompás, murmullo, barullo, .....ismo. Referente. Hagiografía. Solidario. Válido. Implementar. Proyecto. Orgánico. Felicidad. Zote. Crematístico. Cuchipanda. desilusion, desamor, rutina, hipocresia, maltrato, ansiedad, depresion, vacio, muchedumbre, hambre,























Dime tus palabras odiadas pinchando aquí, voy añadiendo las que me enviais.































































































































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