La chica del diente partido quería deshacerse ya de esa sensación que la repugnaba. La sensación de estar esperando algo, de necesitar algo, de no poder obviar ese mismo algo.
- Yo no sé amar - pensaba - No tengo ni la menor idea de cómo hacerlo para que no resulte doloroso, para que no resulte pesado, para que no resulte cómico y absurdo.
No sé amar. No tengo la menor idea de cómo conseguir deshacerme del miedo. De la sensación de que todo está a punto de terminarse siempre. No sé cómo hacer para dejar de provocar yo misma que todo eso suceda.
Él no había llamado todavía. El chico filósofo. Menudo chollo. Un tipo obsesionado con el sexo y la literatura, un tipo con diversas manías eróticas. Un chico culto y guapo, eso sí. Al que parecía ponerle cachondo la posibilidad de concebir un hijo. La chica del diente partido nunca tuvo muy claro si esto era real o se trataba sólo de un pensamiento que le hacía correrse más rápido. Aunque nunca lo bastante rápido. La chica del diente partido había buscado información en internet y pensaba que tal vez esta eyaculación tardía se debía a la cantidad ingente de Orfidal que el chico filósofo se empeñaba en tomar. La hacía follar durante dos horas seguidas. Encima, abajo, de lado, por el culo, por la boca.. Ella se cansaba. Se sentía impotente y estúpida. Se sentía culpable y poco atractiva. Pensaba que con el tiempo las cosas mejorarían, pero no le quedaba claro si eso sucedería o utilizaba este pensamiento para sentirse mejor.
El viento soplaba fuerte aquella tarde, hacía frío y tenía hambre. Corrió al encuentro del chico buceador, que la había llamado para tomar un café y repasar los últimos acontecimientos en la vida de ambos.
Se lo folló despacio después, en casa. Tenía una polla larga y jugosa. Justo como la chica del diente partido había imaginado. Y eso que no tenía muy buen ojo.
Él se corrió deprisa, echaron un polvo lento, pero que sólo duró diez minutos. La chica del diente partido se puso encima, en cuclillas, y no se corrió, pero se sintió satisfecha. Tenía ganas de reir.
Él susurraba en su oído:
- Tienes un coño perfecto. Tan profundo y follable, tan mojado y grande. Me gusta, me gusta tu coño, me gusta. Voy a querer más, lo sabes, ¿no?. Voy a querer mucho más...- y le babeaba la oreja y sacaba mucho la lengua. Y ella se sintió deseada y mística, cuando él repetía - Yo sabía que esto iba a pasar, tenía que pasar. Te deseaba tanto. Que ganas de follarte tenía. Tienes un coño tan sumamente perfecto. Ya no tenía esperanza. Perfecto, perfecto. Sublime. Me corrooo, me corrroooooo.
Después fumaron un lucky a medias y él la besó en los hombros
- Podemos ir ahora a tomar algo si quieres...
- No- contestó ella.
- Te veré mañana- dijo él.
- No- contestó ella.
- Pasado.
- No.
- Te dije que iba a querer más.
- Eso no significa que yo vaya a darte más.
Un silencio tenso. La chica del diente partido quiere ahora que él se marche. Quiere que el chico filósofo llame por fin, aunque sospecha que eso no va a suceder. Quiere volver a sentir que hace algo bien, que lo correcto se aproxima de algún modo a su vida, que logrará sentirse en equilibrio y que además logrará mantenerlo. Quiere que el chico filósofo la salve, aunque también sospecha que eso no va a suceder.
Se levanta y empieza a vestirse deprisa.
- ¿Por qué te vistes? - pregunta él.
- Deberías irte.
- ¿Es por el tipo ese que quería hacerte un hijo?
- Es.
- Sabes que no llegarás a nada con él.
- ¿Y contigo sí?
- Conmigo, puede ser.
- Contigo no quiero nada.
- No lo parecía hace diez minutos.
- Sólo ha sido un polvo.
- Un muy buen polvo.
- Sí, eso sí.
Él se levanta desnudo y le roza el pelo mientras ella se pone las zapatillas. Acaricia su nuca, la agarra de pronto del cabello, fuertemente, estirando.
- Suéltame - medio grita ella, amenazante.
- Cómo me pones.. tanto que tengo hasta ganas de golpearte, suavecito..
El chico buceador está nervioso. Tiene la polla dura. La hace levantarse, tirando de su pelo. Una vez de pie la besa sin soltarla. Ella se excita. Nota el calor que desprende el cuerpo de él y cuando la empuja sobre la cama, le baja las medias y mete la cabeza entre sus piernas. Ella se corre deprisa, minuto y medio.
- Me echarás de menos- dice él
- Lo dudo- miente ella- ahora vístete y vete.
- Te veré mañana- insiste él.
- No- reitera ella.
Cuando la puerta se cierra, ella piensa que todas las historias acaban así, con una puerta cerrada. Se sienta en el sofá, sube las piernas, rodeándolas con los brazos. Se queda unos minutos así. Después enciende otro cigarro. El coño no le escuece.
- Está bien así- se dice- está muy bien así. Puedes no llamar si no quieres, no me importa.
Se siente fuerte y extremadamente atractiva. Se siente poderosa y ganadora. Se siente mágica y bella. Huele bien, y lo sabe. Sabe bien, y lo sabe. Comprende que tarde o temprano habrá de sucumbir a la realidad. El chico filósofo ha desaparecido. Suena el teléfono. Se abalanza sobre él, llamada entrante. Chico buceador.
- Te quiero - dice él cuando ella coge el teléfono.
Y ella cuelga.
Cuelga.
Cuelga.
Cuelga.
Cuando el silencio me ahoga, enciendo la radio y me llegan de un planeta lejano voces que apenas comprendo: ese mundo tiene su tiempo, sus horas, sus leyes, su lenguaje, preocupaciones, diversiones que me son radicalmente extraños.
Simone de Beauvoir.
Cuelga
Sobre el afán de protagonismo y el insensato hacer.
Teníamos la cabeza llena de pequeños sueños.
Se confundían con la palabra, que presurosa saltaba
Como el lobo sobre la presa.
Teníamos cierta calidez en las suelas de las botas
De caminar errabundos por solitarias calles
Siempre cuando en el mundo era agosto
Y el asfalto expulsaba ese calor grávido.
Después, conmovidos por el desgaste del otro,
Nos recostábamos, en la cama de sábanas frescas
En aquella habitación de la ventana enrejada.
Sudábamos y llorábamos con canciones como “Guilty”
Cuando kiss fm empezaba a emitir.
Éramos así. Tan extraños, tan sutiles, tan hermosos allí
Sobre las sábanas. Fumando.
Eternos, escuchando cantar al vecino
En aquella burbuja.
¿Te acuerdas?
"And we got nothing to be guilty of, our love will climb any mountain"
- creíamos cantar -
Por safrika señorita a las 11:11 p. m.
El chico infectado atravesaba la estación, corriendo hacia donde se encontraba la chica del diente partido, que fumaba un cigarrillo apoyada en el maletero de su coche. El chico infectado se aproximaba deprisa, y ella se sorprendió simulando cierta alegría. El chico tenía la cara descompuesta, seguro que había estado fumando en plata. Blanco y gordo, se iba acercando, gozando con anterioridad el instante en que se abrazaría por fin a la chica del diente partido y se sentiría por fin protegido y cómodo, por fin descansado. Ella le llevaría a su casa. Una casa limpia, con agua caliente, calefacción y comida en la nevera. Un lugar donde estar tranquilo, un lugar donde el chico infectado podría esconderse del mundo, sentirse a salvo.
- tienes los dientes hechos una mierda- le dice la chica- y la ropa sucia. Dónde coño has estado?
El chico infectado la mira de reojo. Es un fatal copiloto. No deja de moverse y de pronunciar algunas frases sueltas, sin demasiado sentido, por lo bajo.
- Joder, estás hecho un asco, en serio.
La había llamado de madrugada.
- Por favor ven a por mi, estoy cerca de la estación del norte, déjame dormir esta noche en tu casa, estoy solo. Tengo frío. No puedo volver a casa de mi abuela. No tengo dinero.
La chica del diente partido no supo negarse.
- Tenerte en mi casa me pone nerviosa-lo dijo en el coche mirando al frente y encendiendo el enésimo cigarrillo desde que la había despertado-son las putas dos de la mañana, se me va a salir el corazón del pecho, a ti parece que te haya pasado un coche por encima. No te tomas la medicación, careces de autocontrol, estás bien jodido y no voy a dejar que muevas mi vida de su lugar ni un solo milímetro. Te quedas esta noche, ni una más.
El chico infectado acaricia la rodilla de la chica del diente partido y susurra un "gracias" algo arrastrado.
Llegan al piso y ella pone la calefacción en el baño y busca algo de ropa limpia en el armario empotrado. El chico infectado se mete en la ducha y mientras tanto ella le prepara algo de comer.
- No tengo hambre - dice él envuelto en el albornoz rojo.
- No me importa. Come.
- Estoy asqueado ya de esta vida.
- No me extraña.
- Ha pasado mucho tiempo.
- Demasiado
- ¿Te acuerdas de cuando fumábamos siempre apoyados en aquel muro con los gorros de lana calados hasta las cejas?
- Claro que me acuerdo.
- ¿Y de cuando dormíamos en la caravana de Alicia?
- Claro, cómo voy a olvidarme de algo así.
- Creo que quiero morirme.
- No me extraña. Pero tranquilo, morir, morirás seguro. Y además has comprado muchas más papeletas que otros. Aunque ya sabes que eso depende de la suerte, más que nada..
- ¿No tienes frío?
- Yo siempre tengo frío.
Él se acerca a ella y le pasa un brazo por encima de los hombros. Se miran despacio y se sonríen.
- Es que te veo tan mal - dice ella bajando la vista - Tienes un aspecto horrible.
- Estoy como el culo, qué aspecto quieres que tenga.
- Eres un imbécil.
- Lo sé.
Se abrazan.
La chica del diente partido quiere llorar en su hombro. También le gustaría besarle y acariciarle y darle un poco de amor, algo de sexo, probar a sentir otra vez sus labios sobre la piel,como cuando durmieron en aquella tienda de campaña azul, hace ya milenios. Pero el chico infectado tiene ahora treinta años, anticuerpos de sida, más amigos en la cárcel que fuera de ella y el rostro magullado. Y ella se siente cansada y triste, y aprensiva.. su hipocondría empieza a atravesarla como un cuchillo.
- Vamos a la cama - dice ella separándose. Mañana a las diez de la mañana te quiero en la calle.
- Gracias por lo de hoy - dice él - eres una tía de puta madre, siempre serás mi mejor amiga, la única que se porta.
- Y medianamente - dice ella recordando todas las veces que no ha querido saber nada.
- Medianamente ya es mucho.
- No te mereces más, eso también es cierto - le guiña un ojo.
A la chica del diente partido le gusta ser sincera con el chico infectado. Como cuando le dijo que jamas fumaría de sus cigarros o compartiría con él el plato de ensalada. No le importa exagerar o parecer una paranoica. No le importa el comité anti sida ni sus panfletos "ponga un portador de vih en su vida". Ella ya tiene un portador de vih en su vida, lo tiene en su sofá, y no quiere acabar temblando de ansiedad ante la posibilidad de una hepatitis o un herpes labial.
- Tú eres un futuro enfermo de sida y yo una hipocondriaca recalcitrante. Olvidémonos de juntar nuestras salivitas ni en un porro de la mejor hierba...
Él abrió mucho los ojos pero no se sintió ofendido. Ella recordó cuando él amenazaba con escupir dentro de als botellas de agua en aquella acampada en la que la gente no quería dormir con él o beber del mismo vaso. Sonrío para si. Entonces nadie le decía nda, pero él lo sabía, lo notaba. Era mucho más doloroso así y la opción de expresarle en la cara todo ese miedo irracional, hacer que lo comprendiera, era mucho más práctica y sobre todo, sincera. De ese modo la chica del diente partido podría dejar de sentirse mal y él sabría a que atenerse.
Va a darle las buenas noches a la cama, en la habitación pequeña. Lo arropa, besa su mejilla.
- Te quiero mucho - dice la chica del diente partido - No quiero pensar en el día en que te mueras.
- Yo tampoco. Sencillamente quiero que llegue.
Ella se sienta al borde de la cama.
- Siento que las cosas te hayan salido así. Me gustaría crear otra realidad en la que poder salvarte.
- Lo sé, pero no te preocupes. Estoy muy tranquilo ahora, en este instante. En tu casa. Y a las diez de la mañana estaré fuera.
- En punto - dice ella levantándose, apoyando las manos en las rodillas.
Duermen separados por una pared hecha de miedos, rutinas, años, decadencias, agujas, sangre sucia, medicación, inquietud, juventud perdida, paraiso nunca recobrado.
A las diez en punto ella abre los ojos. La ha despertado el portazo.
Y sólo puede preguntarse si el chico infectado se habrá ido sin desayunar.
jueves, 21 de diciembre de 2006 | Por safrika señorita a las 11:23 p. m. 8 pulsaciones
No se ponga usted así, mujer.
Me han hecho una entrevista que podéis leer aquí.
La mujer moderna saca sus propias conclusiones.. El corazón en un puño, una siniestra sonrisa vengadora, un ápice de cordura. Los cordones de las botas enredados, la sensación de que el aire se hace espeso, casi como la miel, ralentiza su respiración, confundiendo los sentidos en una orgía decadente.
Se ahueca el pelo. Se convierte en Valentina Tereshkova antes de ir al espacio.
Abre la nevera. Organiza los imanes por tamaños. Se emplea a fondo, decide obviar el riesgo. Lanzarse a la calle. Santificarse por fin. Ser alguien.
Los labios gruesos, el cabello corto y negro. Gesticulación hasta la enfermedad. Capacidad de escucha. Psicoterapia. Necesitamos un bote salvavidas. Corramos a la escalera de incendios. NO SE MORTIFIQUE USTED SEÑORA. Cómpreme esta lotería.
Qué es la ilusión. Qué es. La mujer se lo repite al fondo del local. Un bar sin riesgo, de máquina tragaperras y pequeñas conversaciones asiladas que parecen una. Ella con el abrigo negro, ignorando al tipo que bebe una copa de coñac justo al lado y la mira de reojo, con el ímpetu del que sabe que nunca tendrá que lo busca, por eso decide que no pierde nada, por eso se ridiculiza y se vuelve voraz, se queda adherido como un chicle en la ropa, con los ojos como bolas de billar, con el cabello grasiento y los bolsillos repletos de quinielas arrugadas.
Qué es la ilusión. Por qué se escapa entre los dedos como algo ensalivado, se desliza hacia el suelo en caída inevitable como el amor que cuando es amor resbala y uno sabe que no es un sucedáneo o un parche. Lo sabe. Está ahí, corriendo deprisa, intercambiando fluidos, oliendo ropa. Todo eso lo hace el amor por si solo.
Se recoloca el suéter.
Qué es.
Si no un momento concreto en el que rodeas con tus brazos un tesoro, y brilla y crees que es para ti, (la mujer se bebe ahora su copa de un solo trago) crees que eres rico tan rico tan sumamente rico, aunque sabes!..(y si no sabes ya vendrán otros a hacertelo saber), que es patrimonio histórico y ya no podrás retozar con tus monedas todas las noches ni soñar que eres una princesa o una señora muy distinguida de la alta nobleza. y tú quisieras saltar otra vez, volver a ser moderna. Que nada te importe, como a un niño. Desaparecer.
La mujer se detiene y busca en el bolso trozos de papel arrugados donde comenzar a partir en trocitos muy pequeños su demencia. Oscila después lanzándolos justo en el balcón que da al cauce del río. No reacciona al frío. Sostiene un suspiro en el pecho, exhala un aliento que parece último, y se la ve girar sobre sus pasos, dirigirse de nuevo a casa. Con la cabeza gacha, el corazón enfermo.
Qué es la ilusión.
Qué es.
Compra un paquete de cigarrillos.
martes, 19 de diciembre de 2006 | Por safrika señorita a las 2:44 a. m. 0 pulsaciones
Es en esa inmaculada esquina,
Donde yo aparezco siniestra con una especie de velo sobre la cara
Y algunos mechones de cabello enredados, trenzados con raíces de una
Extraña planta, portando frutas.
No cabe lo carnívoro.
Y sólo hay un puente pequeño, levadizo,
Dirigido allí donde la carne se hace muerte
Y el viento promete entronizarle a uno.
Y los huesos parecen recolocarse en el esqueleto.
Falsamente, como si se tratara
De un juego estúpido.
Uno parece flotar, sumido en bañeras de espanto y crisoles varios.
Con luces y sombras, con jazz y cigarrillos
Con pequeñas vibraciones que parecen
Querer decir algo
Con trozos de trozos de ambigüedad flotando en el aire
paralelos
Como si uno quisiera darlo todo y al mismo tiempo
Soñara con arrebatarle la respiración al conyugue, al amante
Al vecino del quinto.
Y todo por estar a la altura.
No cabe lo carnívoro, aunque acecha
Y yo le espero, armada, terrorista, enlutada,
Le espero, enroscada.
Enroscada.
viernes, 15 de diciembre de 2006 | Por safrika señorita a las 1:43 a. m.
NO- POEMA. (discurso)
(escritura semiautomática)
(no apta para consumo humano)
Creación post nausea.Pre vibración trágica.
Abrazo lo cómodo, el no mirarte
hacer girar los dedos justo en las esquinas de la página
de un libro que no leo
pero enfrento.
Abrazo lo fácil, por ejemplo
No encontrarte, no saber nada.
No saber con cuántas, cuando, en qué condiciones
No saber el grado de puterío alcanzado
la vacilación después de dos horas de sexo
No saber nada.
Es así como se está mejor, cierta ignorancia inocente.
Una sabe que
El viento en la cara al girar una esquina
se parece a eso que uno soñó
que puede arrancarlo todo
mover los cimientos de una casa
como en el cuento de los tres cerditos
arrancarlo todo.
Parece algo nuevo, como cuando encuentras cierta placidez
a una hora inesperada
y sin embargo
Nada cambia, todo permanece.
A uno le gusta sentir el cabello agitado
retirado hacía atrás, propulsado hacia el rostro,
al girar una esquina, al acercarse al puerto
Pero no quiere saltar o apretar las manos alrededor de algo.
Ante esto sólo queda decir que
no suelo vomitar, aunque sufro por cada pequeña pieza
del rompecabezas.
Eso gritaría a un público encantado
Esta sensación de naúsea permanente
al puro estilo Sartre es
Tan viejo como morir.
En realidad soy tan simple como
Una mujer que sólo quiere
tenerle cerca, amarle
Darle de comer.
Exprimir en letras el dolor
subiendo al pecho enlazándose con los ojos,
Con los lacrimales que parece que van a ponerse a soltar
todo su miedo y su inmaculada mentira
sobre la almohada.
No quiero meterlo todo en jaulas
Suele morirse todo lo que está en ellas
(se perece de asco- dijo el abuelo)
Antes de hora, como mi pájaro.
Que era joven porque tenía el pico corto- dicen.
Pero de todas formas murió yo lo tenía
Encerrado enjaulado, no me importaba.
Él estaba ahí y un día, dejó de estar.
Se murió pero un hombre debe abrir su jaula
el carcelero debe odiar su condición
y el aire querer volverse de verdad aire.
Poemas poemas poemas
No hay poemas suficientes en este mundo que yo pudiera
Escribir para desahogar este murmullo atronador
Del que no quiero explicarme
Nada está ahí para siempre. Nada sobrevive.
Y se me encoge el corazón.
Hay expresiones relacionadas con este órgano
Que alcanzo a comprender de una manera tan intensa:
- el corazón roto
- el corazón encogido
ahora todo parece contraerse porque fue real.
Todo aquello sucedió. Un estafa hasta la mutilación
hasta el odio, hasta la adicción.
Tocado y hundido.
Siempre hay alguien que quiere ver como hacemos eso
Llorar, dar golpes contra una pared desconchada
(destrozada previamente con las propias manos)
Y después de eso ahora cuando me habla de olores que quedan guardados
En pequeñas cajas de memoria exclusiva
Y de su deseo entrando en otros lugares
y de pequeñas cosas grandes que huelen y de
Palabras que se dijeron y que pueden repetirse yo sólo quisiera
Ser siempre
Perfecta sentir que estaré ahí mucho tiempo
Hacer que permanezca también fuera.
Por que
Nada es en mi pasajero o tenue.
Es como si quisiera poseer la esencia.
Cogerla con la manos, tocarla.
Hacerla mía.
Por safrika señorita a las 1:35 a. m. 3 pulsaciones
Palabras que no nos gustan.
Dime tus palabras odiadas pinchando aquí, voy añadiendo las que me enviais.
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