Me sentí ridícula con el vestido retro en ese lugar. Un bar de jazz para puretas y pijos, la banda no estaba mal, de todas formas los temas elegidos no eran de mi agrado. Y sentada en ese taburete tan pequeño... una mujer enorme sentada en una sillita para enanos o viejos entrenados en el gimnasio, o para gente que hace yoga, de estilo espiritual. Yo hice yoga una vez, pero ahora tengo la espalda bastante destrozada, estuve cómoda veinte minutos, el resto fue una tortura china y estúpida. Ahora estoy en casa escuchando música brasileña, fumando. En la calle hay mucho jaleo. Me gustaría estar por ahí, bailando, sentirme bien aunque sea embutida en un vestido retro (que, todo hay que decirlo, habrá sido muy criticado por el ala gay del grupo.) Bien. Me he puesto un cubata con Chivas que es lo que había en casa, restos de la pasada navidad, todo un sacrilegio para puristas de las tonterías. ¿Harán estas cosas que concluya una historia de amor? Mis piernas regordetas y el carmín dolido, estropeado y fugaz. La piel con esquelitas de todos los muertos, el pasadizo de la garganta, vienen de ahí algunos monstruos, muchas zorras y un calor que no es humano, ¿harán estas cosas que se acabe el amor? ¿Somos en realidad tan poco egoístas o barremos todos hacia donde nos conviene?
¿Puede el dolor de espalda destruir una pareja?
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día