Es lo bastante pronto, quebrado el labio en el primer beso, sumida
en la tarea de clasificar la piel en un archivo de estadísticas.
Subir hacia el cabello del hombre que me tomaba de la mano
admirable en su profanación de submarinista, jadeando siempre cerca
de la meta, llegando por los pelos, a salvarse y salvarme
sobreexcitado, cómo me quebraba, como el papel de plata en su
sobriedad tan brillante.
Aquel hombre que se bañaba agitando las piernas, salpicaba nuestras
caras nos parecía el primer y último dios, eso era al principio
al ver su rúbrica en todos los papeles que
nos identificaban, aquel hombre con toda su rudeza de
enfermero ruidoso, con la rima de las princesas siempre en la punta
de la lengua, dispuesto en su rigidez de paloma muerta a darnos
las palmas de las manos, a convertirse en rinoceronte, a hacerse
una rinoplastia. Sería siempre así, al menos durante unos años
En navidad era el hombre de bigote el que daba de comer a los camellos
en verano era él el que protestaba si había perdido las gafas,
existia un protocolo. Él sonreía y probaba a hacernos decir la verdad, pero yo
siempre
mentía.
Me libraba y cenaba pechuga de pollo con pedantería y honorabilidad.
Miraba por encima de las lentes.
Su pedagogía distaba mucho de ser televisiva, sencillamente, se acercaba
con un pedazo de comida en la mano, preguntaba y
nos hacía partícipes de los cataclismos de la menstruación y
de la insignificancia de los nimbos o aureolas.
Era importante no ser nadie, siempre a su lado, nunca nadie fue
tan poco
como yo a horcajadas, más tarde
sobre una muñeca
de manos
de plástico
duro.
DEL FONDO: Ya a la venta en Underdog Ventures.
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“Del fondo” surgen las visiones más aterradoras, pero también más
fascinantes. Surgen las preguntas más angustiosas, pero también las
respuestas más nece...
Hace 2 días