Había una luz preciosa. Como una luz de esas que
rodean a los santos y las vírgenes en las estampitas.
La cerda me miró fijamente, parecía despertar de un
pasado inepto, blanco, tieso como ropa almidonada.
Tosió, una tos seca. Y alargó hacía mi su pezuña.
- Está bien- me dijo- ya basta. Has hecho todo lo que
estaba en tu mano.
DEL FONDO: UN VIAJE AL FIN DE LA NOCHE
-
“Del fondo” surgen las visiones más aterradoras, pero también más
fascinantes. Surgen las preguntas más angustiosas, pero también las
respuestas más neces...
Hace 12 horas