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Cuando el silencio me ahoga, enciendo la radio y me llegan de un planeta lejano voces que apenas comprendo: ese mundo tiene su tiempo, sus horas, sus leyes, su lenguaje, preocupaciones, diversiones que me son radicalmente extraños.
Simone de Beauvoir.








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La chica casada miró a su hijo pequeño sentado en aquella sillita. Después se miró al espejo y abrió su cajita Pinaud con sombra de ojos de infinitos colores, pintalabios y coloretes. Extendió el verde por un párpado. Volvió a mirar a su hijo, le sonrió y acarició la cara. Extendió el verde por el otro párpado.

- Esta noche te quedas con papá.

La chica del diente partido se puso cera caliente en el bigote y tiró sin fuerza. Se puso color en el cabello y estrenó una camiseta a rayas roja y negra, comprada esa misma tarde. Había estado de compras con el chico de los ojos azules, que estaba hecho un grandísimo hijo de puta, y después de que este se comprara unas converse negras, había terminado llorando y haciéndose la enferma en las escaleras de un centro comercial.
Mientras se secaba el pelo con la cabeza entre las piernas pensaba en el arte de la manipulación y en cómo algunas personas son auténticas maestras. Sí, como el chico de los ojos azules.

- Me considero fuerte- le dijo a la chica casada mientras caminaban por una calle estrecha- pero a veces me veo en lugares de mi propia psique como desde fuera, lugares que desconozco. Una confía en su propio poder, en su equilibrio y su capacidad mental, en su fuerza espiritual, en su cordura. Y de pronto se ve a si misma agachada cerca de un banco donde descansa un abuelo, en un horrible centro comercial, lleno de ropa que no te entra y que tampoco puedes comprar, gimiendo y pensando que lo mejor que podría pasarte en ese momento es un desmayo. Dejar de existir, sólo por un rato. Dejarlo para otro momento. Acabar, descansar, suplir el tiempo que debería estar cargado de experiencias por la nada absoluta. Un desmayo. Tal vez con un golpe en la cara o en la cabeza, nada grave pero con mucha sangre. Centro de atención. Desmayo. Por fin me pasa algo. Poder decirle al puto cabrón de los ojos azules: ERES TÚ EL QUE ME HACE ESTO, ¿no te das cuenta?. Matar dos pájaros de un tiro.

La chica del diente partido lo dice todo gesticulando, mirando a su alrededor, embistiendo con palabras a la nada infinita que la asola. La chica casada parece escucha antentamente y se coloca las tetas en el sitio.
Se dirigen a un café. Un tipo alto y presumiblemente argentino se sienta a su lado. Parece un poco capullo. Pero es guapo, da la impresión de ser de esos que escriben todo el rato mensajes con el teléfono móvil, beben alcohol y dicen que van a invitarte a algo, y mientras hablan y hablan, al final de la noche descubres que todo el tiempo has estado pagando tú. Y bueno, tampoco te importa, al fin y al cabo piensas aprovecharte sexualmente. O eso crees. Crees que serás capaz de comportarte como uno de ellos, pero has perdido la práctica y más que una mata hari pareces un ama de casa que ha perdido el norte.


Mientras la chica casada sofoca una risita histérica al ver aproximarse al altísimo y cabroncísimo chico argentino, susurra:

- La monogamia es una mierda, y quiero ser capaz de dejarla en el futuro.

El chico argentino, efectivamente, resulta ser un capullo de marca mayor, un tipo drogado que cree que le ha tocado la lotería y que hoy follará "con dos, no con una, no... con dos!!" (Parece que lo piensa así, los signos de exclamación parecen escaparse por su boca, por sus oídos, y su cabeza, tiene sonrisa de gilipollas e insinua que quiere desnudarse en casa de la chica del diente partido) y mientras camina con ellas hacia Radio City, toca disimuladamente el culo de la chica casada, que se deja. Y la chica del diente partido se hace la sumamente dura. Es entonces cuando le escucha decir la siguiente perla:

- Vos, que sos una chica casada y todo eso, tenéte fe. Desmelenáte esta noche, yo voy a hasserte feliss, nunca probaste un pibe argentino ehhh, nena... tenéte fe.

"Tenéte fe, por dios. ¿De dónde ha salido este tío?. ¿Esa es la frase que se usa ahora para follar? ¿Alusiones a la fe en una misma?." - Eso piensa la chica del diente partido mientras se enciende un cigarrillo y acelera el paso sobre sus sandalias. No quiere ver como el chico argentino le soba el culo a su amiga, no quiere llegar a escuchar una puta palabra de su boca.

La chica del diente partido sabe que la chica casada se siente segura, que no va a tirarselo, ni siquiera a besarle. Ella está como en una enorme caja de cristal, con agujeros para meter las manos, como esas que utilizan en los concursos de la tele donde los famosos tienen que tocar un animal con los ojos cerrados. Y desde dentro de esa caja puede permitirse jugar y hacerse la lánguida, hacerse la cachonda, la putón, la salvaje. Al fin y al cabo nadie tiene la polla tan larga como para meterla por unos de esos agujeros y llegar a alguna parte sin la colaboración de quien se encuentra dentro. Se atreve a decir cuando le pega por fin el corte al chico argentino:

- Llámame dentro de dos años, a lo mejor para entonces he tirado por la ventana algunas partes de mi vida y no con ánimo de destruirlas, si no simplemente de airearlas - le sonríe.

La chica del diente partido desea desaparecer.. Se pone nerviosa con la situación. Ahora va a por ella, pese a que se muestra fría y antipática. El tipo piensa que en breve estará fumando hierba y desnudo en un sofá ajeno, como si estuviera en su casa. Ella se pone tensa cuando él se acerca y sonríe, y pretende pasar de su boca a la boca de la chica del diente partido una calada de espeso humo de marihuana.
Al final ella acepta, labios sobre labios, por presión.
Por presión, acepta. Durante su estancia en el baño de Radio City la amiga casada ha liberado sus ganas trasladándolas a la chica del diente partido, diciéndole al chico argentino que tiene suerte de estar cerca de ella, que va a follársela y le va a encantar. Que la chica tiene ganas.
Así que el tío va lanzado y ella aspira la calada del porro de su boca.. y su lengua se hace grande, grandísima, dentro de la boca de ella. Y se besan y ella se separa haciendo una barrera con las manos.

- Ha sido un beso por presión - le dice. Y él pone cara de no entender nada, de lo que se deduce que debe tener una polla enorme - No me gustas - añade.

La chica del diente partido aprieta las piernas y cierra los ojos. Piensa en cambiar de idea y llevárselo a casa. Darle un vaso de leche con Nesquick y galletas, meterlo en la ducha y echarle un polvo. Será suficiente con que tenga la boca cerrada, piensa. Al menos para hablar.

Pero abre los ojos, y sabe que no. Que el tiempo ha ido dibujando un miedo extraño en su corazón y en su cuerpo, una coraza extraña que impide que otro cuerpo toque su cuerpo. Y ella sabe que se trata solo de un dibujo que puede borrarse tan facilmente como se escribió. Sólo que no sabe cómo, no sabe cómo.

Llega a casa, se masturba un rato mirando al techo. Piensa en su corazón roto. Se duerme con la mano dentro de las bragas. Nada importa demasiado al despertar. Resaca, el ánimo por los suelos.

- Tenía que habérmelo follado, tenía que haberme tenido fe. - le dice al pájaro enjaulado - Cojones.




*El cuadro que se ve en la fotografía y que está desde hace tiempo en la pared de mi casa con el consecuente gusto, es de Sergio S. Isasi, del que podeis ver más aquí.

- Tengo esa tendencia- dijo la chica del diente partido- tendencia a seguir insistiendo dentro de mi, aunque en el fondo se que todo ha terminado.

Lo dijo mesándose el pelo y conteniendo una sonrisa, bajando un poco los ojos, posando la mirada en el plato de la cena, que sorprendentemente, seguía con la comida intacta y casi fría.

- Estás loca- dijo su amiga, haciendo un gesto de negación con la cabeza- te estás jodiendo la vida y perdona que te lo diga, pero estoy harta de escuchar tus frasecitas sacadas de libros... tu biblia particular, tu mezcladillo histérico...- se lleva el tenedor cargado de lechuga a la boca y la introduce como cuando se mete un paraguas en su funda- Estás colgada, sí.

La amiga también sonríe porque al fin y al cabo se conocen y respetan. Sabe con quien está hablando y no la incomoda ya decirle cuatro cosas a la indecisa y miedosa chica del diente partido.

- Eso sí - continúa después de masticar la lechuga- deberías plantearte seriamente la posibilidad de perder unos cuantos kilos, ibas a sentirte muchísimo mejor...
- Estoy tan harta yo también. Por las noches, antes de dormir y con los ojos abiertos mirando la ventana, ese gran hueco que da al resto del mundo, no dejo de imaginar situaciones en las que estoy delgada y guapa, en las que nada me da miedo y por fin tengo una cita con el chico del autocine, y por fin me presta su jersey, y lleva esos zapatos raros que tanto me gustan, y me pasa un brazo sobre el hombro. Pero después- la chica del diente partido coge el tenedor y pincha un trozo de queso de cabra a la plancha- cuando me levanto por la mañana todos los propósitos han desaparecido y el bote de Nesquick me mira desde el estante, parece que le salgan ojos, y todo es una mierda, y mis huesos están resentidos de tener que cargar conmigo, y yo lo se, pero ahí sigo, esperando que suceda un milagro. Y nunca llegará, porque los milagros no existen, eso es lo que los hace ser milagros, precisamente su "no sucederá jamás". Antes te caerá un rayo.
- Qué linda eres- dice la amiga adelantando un brazo por encima de la mesa y acariciándole la cara a la chica del diente partido- Hace nada eras una terrorista emocional y ahora mírate: aquí preocupada por los deseos que no te atreves a hacer realidad porque no sabes qué será peor. Si seguir como hasta ahora o arriesgarte a verte a saber qué.
- Hay gente que me pone a parir, no he dejado el terrorismo, no te creas.
- ¿Por qué piensas todavía en él?
- Porque es un imbécil engreído y no soporto que me hiciera tanto daño un capullo de semejante calibre.
- Pero ya pasó!!
- Y qué. Mírame. Para mi se congeló el tiempo en ese segundo. No ha pasado nada, me he quedado muerta, y tú lo sabes. Estoy cansada de estarlo, pero vivir me duele y aquí se está bien, en la nada, sin riesgos, sin alegría y sin tristeza. Aquí, en el limbo emocional...
- Tienes que hacer algo. Olvídate de tus complejos y tus fobias, ve a una cita con el chico del jersey a rayas. Bebe con él. Fóllatelo. Aunque estés gorda hueles bien y tienes unas tetas preciosas. Tu mirada es dulce y perversa a la vez, sabes cómo hacer para cautivarle. Arriésgate!
- Olvídalo, cariño. Eso no va a suceder. Aunque yo sepa que lo que dices es verdad y que de todos modos no pierdo nada. Aunque yo sepa que debería lanzarme y olvidarme de mi misma, dejar de autopercibirme de esta manera tan terrible, de palparme, de auscultarme, de tomarme la tensión, de intentar equilibrar mi mente y pensar que todo está bien. Nada está bien. Y no voy a moverme, no voy a hacerlo. Soy una cobarde. O estoy bloqueada. Acojonada. Me han roto, me han mutilado, me han arrancado la parte de mi que creía en algo. Ahora estoy sola, sola, sola. No creo en nada.

La chica del diente partido llora y busca la mirada del camarero. Confía en el morbo y la curiosidad que mueve a tanta gente, confía en que la mirará y se interesará por ella. Por lo que le pasa. Se enjuga la lágrima, tan real, tan sentida.
Juguetea con la comida en el plato, enciende un cigarrillo. Mira a su alrededor.
Luego a su amiga. Le dice:

- No tengo hambre
- Qué raro- contesta ella sin hacerle mucho caso.
- Sí... ¿estaré enferma?
- Quien sabe.. - con voz cansada.
- Es raro que no tenga hambre- insistente.
- A lo mejor es que estás tranquila, la ansiedad te da hambre - por decir algo.
- Jajajajaja
- Estás colgada- lo dice ya con una sonrisa.
- Es otra de mis tendencias, ya sabes.
- Creo que el camarero te mira mucho.
- Es un hijo de puta. Todos los camareros son unos hijos de puta. - Lo dice parodiando a su ex.
- Qué mamarrachada
- Quien con niños se acuesta se levanta meado.
- No empieces con tus frasecitas.
- Es un refrán. Oye - cambia de tema- cómo me gusta Pau Gasol.
- Está bien, es atractivo.
- Uhm. Me lo follaría. Es tan grande. Me casaría con él. - La chica del diente partido mira hacia arriba como pidiéndole algo al cielo.
- ¿No podrías ser un pelín realista? - a la amiga ya le crispan este tipo de comentarios.
- La realidad es muy cruel, mira a tu alrededor, joder. El otro día en el trabajo intentaba escribir algo y un compañero me rondada todo el rato por detrás, resoplando y silbando sin llegar a silbar y diciendo frasecitas en alto que leía de los documentos que tenía que tramitar. Estaba ocioso y quería leer algo, aunque fuera una palabra, de lo que yo estaba escribiendo. Me puse a parir. Le odiaba, cortaba mi inspiración, se burlaba de que intentara escribir un libro. No paraba de sonarle el puto móvil. Era una bestia. El tipo de tío que conoces y no puedes evitar pensar si se follará a su mujer hasta dejarla medio muerta o se la cascará en el baño sin parar leyendo El mundo del tractor. Y yo pensaba en mi maldad. En como se puede odiar a alguien sólo por hacer eso. Comprendes. Todo cruel, cruel. La realidad es así, fea y cruel. Y no le gusta que miremos al cielo cuando está despejado sólo para sentirnos bien.
- ¿Quieres un café?
- Mejor un té.

Fuman mientras esperan. El camarero sonríe a la chica del diente partido y hace un comentario sobre la piedra (un ágata) que lleva en su anillo.

- Es preciosa- dice.
- Lo se- dice ella quitándoselo para que el camarero pueda verlo más de cerca.
- Tú no viniste un día a cenar con un tío de pelo largo y gafas?- dice devolviéndole el anillo después de haberle dado unas cuantas vueltas.
- Sí
- Tenía cara de hijo de puta.
- Jajajaja. Tú también.
- ¿Quieres que salgamos un día?
- Claro. Tengo esa tendencia.
- ¿Cual?
- Me gustan los chicos con cara de hijo de puta.
- No cuenta Pau Gasol - dice la amiga.
- No, Pau no cuenta.

Se rien. Fuman otro cigarrillo. El camarero las mira de vez en cuando y sonríe entre las mesas.

- Oye- dice la amiga.
- Qué.
- Que sí, que tiene cara de hijo de puta.
- ¿Ves?


Visiones

A veces, una quisiera arrojarse de cabeza al foso de los cocodrilos.
Suspirar mientras cae honestamente a que la devoren, con las palmas de las manos abiertas y sin arrepentimientos de los que justifican al mismo tiempo los errores. Suspirar mientras se cae de dicha, de descanso, de desahogo.

Me lanzo horizontal contra las dunas protegidas de esta playa donde ahora mismo trabajo, no reposo, no existe alegría en mis ojos.
Odio al mundo, que está a punto de engullirme, mientras me resisto y sujeto mis muñecas con viejas arandelas de ruido que me aten a la tierra. Es un ruido extraño, irreconocible, como de música degradada, que ha ido muriendo en el oído drogado hasta que no es nada.

Quisiera sacudirme los miedos como un perro mojado por la lluvia, que se secaran más tarde, como gotas sobre la tierra, aparecer en tu casa con un vestido original, invitarte al autocine. Que me dejaras tu jersey.

Una se mira la piel reseca y piensa en la soledad y en el miedo que ésta provoca, acercándose gigante, con unas grandes fauces llenas de mierda,es entonces cuando crees que follando se arregla todo, crees que mirando hacia otro lado se arregla todo, crees que pensando que mañana será otro día se arregla todo, y que no es demasiado tarde ni siquiera para hacer ese viaje o para volver a amar.

Volver a amar parece casi imposible ahora que el recuerdo de esta putada se ha quedado a vivir conmigo. Me siento como un charco opaco, con barro fino y pisoteado por niños de quince años saliendo de la disco móvil: Ellos se reflejan en mi y yo me reconozco en ellos, ellos no quiere reconocerse en mi y a mi me asusta hacerlo en ellos.
Lo comprenderán tarde. Acabarán por sucumbir, por estirar la pata, llenarse de facturas y amputaciones, de pesos sucios y actuaciones poco célebres.

El pasado no existe.
Eso es lo que dicen: ni el futuro, sólo el ahora, el presente, este segundo.
Pero si este segundo es una cerdada, entonces incluso el futuro parece negro y lo único que llega a ser transparente y digno es el pasado, lleno de vida, intensa y bella. Lleno de pollas pequeñas y adolescentes y de tardes bebiendo cerveza y de larguísimos besos y de esa letania parecida a una bonita canción, siempre de fondo. Una buena banda sonora.

En el pasado está ese chico que quería casarse contigo y formar una familia, y está el primer teléfono móvil que acompañó a una historia de verano. En el pasado está la sombrilla que se voló casi matando a aquel tipo y el alivio de caber dentro de una talla 42. En el pasado está tu amigo todavía vivo y el corazón sano y valiente. En el pasado está tu madre, rubia y elegante, recogiéndote del colegio y esa sensación de orgullo supino al abrazarla, tú con las gafas, pobre patito feo, pero qué feliz.

En el pasado están las cometas que hacía tu abuelo y el disfraz de india americana en esa fotografía, el iaio con el rifle y haciendo una visera con la mano, como si mirara al horizonte.

En el pasado está la valiente manera de dejar a tu novio por un gilipollas al que amabas intensamente. En el pasado está la foto en la que saliste haciendo la pava, en la revista Penthouse, y el cámara de televisión que te llevaba en la Harley por el pueblucho de mierda en que veraneabas. Y Reighton Road, en Hackney. Cómo olvidarlo.

Uno puede recrearse también en el preciso momento en que la vida dio un giro pequeño y no se tuvo en cuenta el tan conocido y sin embargo misterioso Efecto Mariposa.
Por eso, como principio de tu presente, está en el pasado aquel día fatal en que tus labios besaron los labios del tipo de los zapatos raros en la puerta de aquella discoteca asquerosa,
y el día siguiente cuando dormiste en su cama
y los siete años que siguieron a esa noche y que ahora te obligan a poner tierra de por medio y aceptar tu cansancio de estar muerta, casi tanto como Fausto Urpí.
Te obligan a lanzarte al vacío otra vez.
Y no puede resumirse nada, Nada puede resumirse.
Todo está aquí, se ha acumulado largamente en mi, en forma de serpiente enroscada. Toda la vida a tomar por culo. Así es como lo pienso a veces. Esa es la frase. La concreta.
Quisiera empezar de nuevo, atrapar el momento en que todo empezó a torcerse, y matarlo.
Destruir
ese
momento.

Palabras que no nos gustan.

Dicotomía. Realidad. Arritmia. Procesar. Ajenjo. Raquítica. Enclenque. Bótox. Enjundia. Idiosincrasia. Hiperventilar. Colación. Miedo, ansiedad, lexatín, bajón, sola, gorda, siempre, otra. Madrastra, hijastro, mujerzuela, epíteto, bofe, cachicamo, sarro. Reglosa. Hermenéutica, Diacrónico y sincrónico, epocal, epistémico/ca. Padre, Madre, Pescado. Instruir, pollito, anémona, libertinaje, zozobra. Pretension, desproposito,recelo, celos, posesión, cargo, despedidga, grande, dependencia, soledad, menosprecio, descompás, murmullo, barullo, .....ismo. Referente. Hagiografía. Solidario. Válido. Implementar. Proyecto. Orgánico. Felicidad. Zote. Crematístico. Cuchipanda. desilusion, desamor, rutina, hipocresia, maltrato, ansiedad, depresion, vacio, muchedumbre, hambre,























Dime tus palabras odiadas pinchando aquí, voy añadiendo las que me enviais.































































































































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