- Tengo esa tendencia- dijo la chica del diente partido- tendencia a seguir insistiendo dentro de mi, aunque en el fondo se que todo ha terminado.
Lo dijo mesándose el pelo y conteniendo una sonrisa, bajando un poco los ojos, posando la mirada en el plato de la cena, que sorprendentemente, seguía con la comida intacta y casi fría.
- Estás loca- dijo su amiga, haciendo un gesto de negación con la cabeza- te estás jodiendo la vida y perdona que te lo diga, pero estoy harta de escuchar tus frasecitas sacadas de libros... tu biblia particular, tu mezcladillo histérico...- se lleva el tenedor cargado de lechuga a la boca y la introduce como cuando se mete un paraguas en su funda- Estás colgada, sí.
La amiga también sonríe porque al fin y al cabo se conocen y respetan. Sabe con quien está hablando y no la incomoda ya decirle cuatro cosas a la indecisa y miedosa chica del diente partido.
- Eso sí - continúa después de masticar la lechuga- deberías plantearte seriamente la posibilidad de perder unos cuantos kilos, ibas a sentirte muchísimo mejor...
- Estoy tan harta yo también. Por las noches, antes de dormir y con los ojos abiertos mirando la ventana, ese gran hueco que da al resto del mundo, no dejo de imaginar situaciones en las que estoy delgada y guapa, en las que nada me da miedo y por fin tengo una cita con el chico del autocine, y por fin me presta su jersey, y lleva esos zapatos raros que tanto me gustan, y me pasa un brazo sobre el hombro. Pero después- la chica del diente partido coge el tenedor y pincha un trozo de queso de cabra a la plancha- cuando me levanto por la mañana todos los propósitos han desaparecido y el bote de Nesquick me mira desde el estante, parece que le salgan ojos, y todo es una mierda, y mis huesos están resentidos de tener que cargar conmigo, y yo lo se, pero ahí sigo, esperando que suceda un milagro. Y nunca llegará, porque los milagros no existen, eso es lo que los hace ser milagros, precisamente su "no sucederá jamás". Antes te caerá un rayo.
- Qué linda eres- dice la amiga adelantando un brazo por encima de la mesa y acariciándole la cara a la chica del diente partido- Hace nada eras una terrorista emocional y ahora mírate: aquí preocupada por los deseos que no te atreves a hacer realidad porque no sabes qué será peor. Si seguir como hasta ahora o arriesgarte a verte a saber qué.
- Hay gente que me pone a parir, no he dejado el terrorismo, no te creas.
- ¿Por qué piensas todavía en él?
- Porque es un imbécil engreído y no soporto que me hiciera tanto daño un capullo de semejante calibre.
- Pero ya pasó!!
- Y qué. Mírame. Para mi se congeló el tiempo en ese segundo. No ha pasado nada, me he quedado muerta, y tú lo sabes. Estoy cansada de estarlo, pero vivir me duele y aquí se está bien, en la nada, sin riesgos, sin alegría y sin tristeza. Aquí, en el limbo emocional...
- Tienes que hacer algo. Olvídate de tus complejos y tus fobias, ve a una cita con el chico del jersey a rayas. Bebe con él. Fóllatelo. Aunque estés gorda hueles bien y tienes unas tetas preciosas. Tu mirada es dulce y perversa a la vez, sabes cómo hacer para cautivarle. Arriésgate!
- Olvídalo, cariño. Eso no va a suceder. Aunque yo sepa que lo que dices es verdad y que de todos modos no pierdo nada. Aunque yo sepa que debería lanzarme y olvidarme de mi misma, dejar de autopercibirme de esta manera tan terrible, de palparme, de auscultarme, de tomarme la tensión, de intentar equilibrar mi mente y pensar que todo está bien. Nada está bien. Y no voy a moverme, no voy a hacerlo. Soy una cobarde. O estoy bloqueada. Acojonada. Me han roto, me han mutilado, me han arrancado la parte de mi que creía en algo. Ahora estoy sola, sola, sola. No creo en nada.
La chica del diente partido llora y busca la mirada del camarero. Confía en el morbo y la curiosidad que mueve a tanta gente, confía en que la mirará y se interesará por ella. Por lo que le pasa. Se enjuga la lágrima, tan real, tan sentida.
Juguetea con la comida en el plato, enciende un cigarrillo. Mira a su alrededor.
Luego a su amiga. Le dice:
- No tengo hambre
- Qué raro- contesta ella sin hacerle mucho caso.
- Sí... ¿estaré enferma?
- Quien sabe.. - con voz cansada.
- Es raro que no tenga hambre- insistente.
- A lo mejor es que estás tranquila, la ansiedad te da hambre - por decir algo.
- Jajajajaja
- Estás colgada- lo dice ya con una sonrisa.
- Es otra de mis tendencias, ya sabes.
- Creo que el camarero te mira mucho.
- Es un hijo de puta. Todos los camareros son unos hijos de puta. - Lo dice parodiando a su ex.
- Qué mamarrachada
- Quien con niños se acuesta se levanta meado.
- No empieces con tus frasecitas.
- Es un refrán. Oye - cambia de tema- cómo me gusta Pau Gasol.
- Está bien, es atractivo.
- Uhm. Me lo follaría. Es tan grande. Me casaría con él. - La chica del diente partido mira hacia arriba como pidiéndole algo al cielo.
- ¿No podrías ser un pelín realista? - a la amiga ya le crispan este tipo de comentarios.
- La realidad es muy cruel, mira a tu alrededor, joder. El otro día en el trabajo intentaba escribir algo y un compañero me rondada todo el rato por detrás, resoplando y silbando sin llegar a silbar y diciendo frasecitas en alto que leía de los documentos que tenía que tramitar. Estaba ocioso y quería leer algo, aunque fuera una palabra, de lo que yo estaba escribiendo. Me puse a parir. Le odiaba, cortaba mi inspiración, se burlaba de que intentara escribir un libro. No paraba de sonarle el puto móvil. Era una bestia. El tipo de tío que conoces y no puedes evitar pensar si se follará a su mujer hasta dejarla medio muerta o se la cascará en el baño sin parar leyendo El mundo del tractor. Y yo pensaba en mi maldad. En como se puede odiar a alguien sólo por hacer eso. Comprendes. Todo cruel, cruel. La realidad es así, fea y cruel. Y no le gusta que miremos al cielo cuando está despejado sólo para sentirnos bien.
- ¿Quieres un café?
- Mejor un té.
Fuman mientras esperan. El camarero sonríe a la chica del diente partido y hace un comentario sobre la piedra (un ágata) que lleva en su anillo.
- Es preciosa- dice.
- Lo se- dice ella quitándoselo para que el camarero pueda verlo más de cerca.
- Tú no viniste un día a cenar con un tío de pelo largo y gafas?- dice devolviéndole el anillo después de haberle dado unas cuantas vueltas.
- Sí
- Tenía cara de hijo de puta.
- Jajajaja. Tú también.
- ¿Quieres que salgamos un día?
- Claro. Tengo esa tendencia.
- ¿Cual?
- Me gustan los chicos con cara de hijo de puta.
- No cuenta Pau Gasol - dice la amiga.
- No, Pau no cuenta.
Se rien. Fuman otro cigarrillo. El camarero las mira de vez en cuando y sonríe entre las mesas.
- Oye- dice la amiga.
- Qué.
- Que sí, que tiene cara de hijo de puta.
- ¿Ves?
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
-
*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día
6 pulsaciones:
yo diria que te quiero aunque seas asi de boba. ven conmigo, joder. ya sabemos todo lo que hay que saber. juega conmigo. hazme feliz.
yomismaconmimecanismoalcoholico.
Madre mía la que hay que montar para ligar con un camarero... ¡con lo fáciles que son!
Por cierto, ¿y qué tal un auto-experimento en el que se cede todo razonamiento a lo que diga la parte que más racional? Algo así como de pronto actuar en un escenario, vaciarte de ti. Prueba.
Me he reído mucho, eh.
Es dinámico, íntimo, desprende calor y le deja a uno pensando, con esa media sonrisa que se dibuja en unos labios que no se han movido, y que han pronunciado cada palabra. De veras, safri, espero que un dia vivas de esto. Yo, que leo poco, te leería a tí. Yo, que no compro libros, compraría los tuyos. Si miras dentro tuyo verás el magnífico regalo (don) que tienes, y puede ser una fuente de belleza feliz. La belleza, mi querida patri, es lo que nos importa encontrar constantemente a los que hemos sufrido. Nos redime y nos recarga. Nos permite continuar.
Gracias por compartirla conmigo.
me sigues encantando...ah! pau gasol a mí también me pone!!!
no dejes nunca de escribir...
como siempre tan hermoso lo tuyo
desde argentina, saludos cyn
¿Y la gallina?
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