Visiones
A veces, una quisiera arrojarse de cabeza al foso de los cocodrilos.
Suspirar mientras cae honestamente a que la devoren, con las palmas de las manos abiertas y sin arrepentimientos de los que justifican al mismo tiempo los errores. Suspirar mientras se cae de dicha, de descanso, de desahogo.
Me lanzo horizontal contra las dunas protegidas de esta playa donde ahora mismo trabajo, no reposo, no existe alegría en mis ojos.
Odio al mundo, que está a punto de engullirme, mientras me resisto y sujeto mis muñecas con viejas arandelas de ruido que me aten a la tierra. Es un ruido extraño, irreconocible, como de música degradada, que ha ido muriendo en el oído drogado hasta que no es nada.
Quisiera sacudirme los miedos como un perro mojado por la lluvia, que se secaran más tarde, como gotas sobre la tierra, aparecer en tu casa con un vestido original, invitarte al autocine. Que me dejaras tu jersey.
Una se mira la piel reseca y piensa en la soledad y en el miedo que ésta provoca, acercándose gigante, con unas grandes fauces llenas de mierda,es entonces cuando crees que follando se arregla todo, crees que mirando hacia otro lado se arregla todo, crees que pensando que mañana será otro día se arregla todo, y que no es demasiado tarde ni siquiera para hacer ese viaje o para volver a amar.
Volver a amar parece casi imposible ahora que el recuerdo de esta putada se ha quedado a vivir conmigo. Me siento como un charco opaco, con barro fino y pisoteado por niños de quince años saliendo de la disco móvil: Ellos se reflejan en mi y yo me reconozco en ellos, ellos no quiere reconocerse en mi y a mi me asusta hacerlo en ellos.
Lo comprenderán tarde. Acabarán por sucumbir, por estirar la pata, llenarse de facturas y amputaciones, de pesos sucios y actuaciones poco célebres.
El pasado no existe.
Eso es lo que dicen: ni el futuro, sólo el ahora, el presente, este segundo.
Pero si este segundo es una cerdada, entonces incluso el futuro parece negro y lo único que llega a ser transparente y digno es el pasado, lleno de vida, intensa y bella. Lleno de pollas pequeñas y adolescentes y de tardes bebiendo cerveza y de larguísimos besos y de esa letania parecida a una bonita canción, siempre de fondo. Una buena banda sonora.
En el pasado está ese chico que quería casarse contigo y formar una familia, y está el primer teléfono móvil que acompañó a una historia de verano. En el pasado está la sombrilla que se voló casi matando a aquel tipo y el alivio de caber dentro de una talla 42. En el pasado está tu amigo todavía vivo y el corazón sano y valiente. En el pasado está tu madre, rubia y elegante, recogiéndote del colegio y esa sensación de orgullo supino al abrazarla, tú con las gafas, pobre patito feo, pero qué feliz.
En el pasado están las cometas que hacía tu abuelo y el disfraz de india americana en esa fotografía, el iaio con el rifle y haciendo una visera con la mano, como si mirara al horizonte.
En el pasado está la valiente manera de dejar a tu novio por un gilipollas al que amabas intensamente. En el pasado está la foto en la que saliste haciendo la pava, en la revista Penthouse, y el cámara de televisión que te llevaba en la Harley por el pueblucho de mierda en que veraneabas. Y Reighton Road, en Hackney. Cómo olvidarlo.
Uno puede recrearse también en el preciso momento en que la vida dio un giro pequeño y no se tuvo en cuenta el tan conocido y sin embargo misterioso Efecto Mariposa.
Por eso, como principio de tu presente, está en el pasado aquel día fatal en que tus labios besaron los labios del tipo de los zapatos raros en la puerta de aquella discoteca asquerosa,
y el día siguiente cuando dormiste en su cama
y los siete años que siguieron a esa noche y que ahora te obligan a poner tierra de por medio y aceptar tu cansancio de estar muerta, casi tanto como Fausto Urpí.
Te obligan a lanzarte al vacío otra vez.
Y no puede resumirse nada, Nada puede resumirse.
Todo está aquí, se ha acumulado largamente en mi, en forma de serpiente enroscada. Toda la vida a tomar por culo. Así es como lo pienso a veces. Esa es la frase. La concreta.
Quisiera empezar de nuevo, atrapar el momento en que todo empezó a torcerse, y matarlo.
Destruir
ese
momento.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día
6 pulsaciones:
Veo veo veo veo
Veo una chica que aún no ha aprendido a contar los ciclos.
Eh, que volverán a cerrarse y abrirse. Los ciclos, no otras cosas.
Besos.
a veces uno quisiera meter la boca en el anzuelo y empezar a sangrar..
otra vez me encantó leerte.
besos
toda la vida a tomar por culo, y tan cierto
escribe algo sobre la amistad...te lo ruego!!!
cris
Te quiero.
Me ha gustado mucho. Amargo y lírico. Sigo leyendo...
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