El hombre joven bajó por la escalera tremendamente estrecha, del quinto piso a la calle. Bajó deprisa, mientras sacaba el paquete de tabaco de un pequeño bolso que llevaba siempre con la correa cruzando su pecho.Recordó el instante en que decidió abandonar a la chica rubia, como lo meditó apenas unos minutos, el tiempo suficiente para tomar la decisión de sacarla de su vida. No quería joderla pero tampoco la quería. A lo hecho, pecho. Y golpeaba con sus manos esta parte de su anatomía mientras se miraba al espejo y creía en su propia divinidad. Así que tomó el teléfono móvil entre sus manos y la expulsó de su vida al estilo “esputo”, limpíandose después la barbilla con la manga, disimuladamente.
DÍAS DE HAMBRE Y ROSAS por PEDRO GONZÁLEZ POLLEDO
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DÍAS DE HAMBRE Y ROSAS
Adelante y atrás por el camino,
en autostop, sin billete en los trenes,
en una mochila todos mis bienes
y la carretera como destin...
Hace 1 día