Que tú aparecieras en mi vida, holgazán y flaco,
sacudiéndome como si fuese yo una marioneta infantil.
Que en mi soberbia abdominal de azarosa chica de lupanar,
vinieras tú a reposar a mi lado,
leyendo revistas de divulgación
impulsándote desde mi interior a tu propio reto.
Quería yo ser, rabiosa y resuelta,
el tormento único, la déspota sobresaliente, el beneficio de tu duda.
Y sin embargo tengo la sensación
de que me convierto en maceta perversa,
de nula aplicación a la naturaleza,
sin descendencia
y con el vaso
entre las manos.
Caduca pero infantil,
profusa en intentos de acercamiento de resultado nulo.
Llegando a conclusiones dóciles como perros
que eluden verdades bien entrenadas:
Miedo, pánico, terror, angustia, espanto.
Abofetéame.
Sólo por esta vez.
Te obedeceré y sabré mirarte sabré decirte
cuánto y cómo
te amo.
Sin ser vulgar sin necesitar después
un centro sanitario.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día