La chica baladí. Loncha de justicia.
Luciérnaga gorda y frondosa de pensamiento y extravagante
intravagante, con medios de locomoción tales como
lubinas meláncolicas de piscifactoría.
Levantando polvaredas
en pueblos perdidos sin frases modernas, de robustas señoritas
sin luces pero clarividentes.
Que al mirarme dicen, usted debería ser lógica
dejarse de demencias y debates
debería lanzarse al barro sin polémicas,
improvisando un poco, anegarse de placeres
correr tras asombrosos caballeros de largas cabelleras
no mencione su ansiedad ni los huecos ni la muchedumbre
de avenidas que cruzan su cabeza
ni el fatigoso pecho que descansa retraido.
No comente ni haga exámenes.
Comprenda que ha de detener su inventiva.
Sacrificarse un poco, traducirse cada día.
Y yo me instalo para siempre en la ilustración del diario
en la frecuente manera de morir azarosa
a las puertas de las puertas, en la escalera hacia la dispersión.
Siempre apretando las cuerdas, con constancia, sin ciencia.
Con la musculatura de un enfermo
midiendo el pulso a esta soledad carnívora.
Insustancial como una musa muerta.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día
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