Es tremendo, cómo llovió este mediodía, corrimos con el periódico bajo el
impermeable, no se nos mojó mucho
el pelo, corrimos, mirábamos al suelo, eso hacen las personas, cuando llueve
mirar
al suelo.
Los adoquines son terribles para estos zapatos tan planos, y es como si
viera una lechuga en tus brazos , en una bolsa de papel marrón y tu pelo
mojado sobre la cara, unos mechones pegados a la frente, esas cosas
como de video clip.
Una gota resbalando, despacio, hasta desprenderse.
Después en casa tuvimos que poner al sol cosas mojadas, que goteaban
hacia la calle y me encantaba pensar en que caía sobre las parejas que
pasaban.
Son tonterías y a veces cosas necias, esta belleza al trasluz cuando es por la
tarde, las motas de polvo y los pelos del gato, conformarse con el estallido
y la paciencia, tener hambre muchas veces, casi siempre.
En la calle ya empieza el sábado con sus megáfonos y
en algún lugar una chica se araña las piernas con hierbajos, algunos viajan en
avión otros hablan al micrófono, dan los goya,
tuve una pataleta hace media hora y voy a hacerme
la cena.
Cuando el silencio me ahoga, enciendo la radio y me llegan de un planeta lejano voces que apenas comprendo: ese mundo tiene su tiempo, sus horas, sus leyes, su lenguaje, preocupaciones, diversiones que me son radicalmente extraños.
Simone de Beauvoir.
Por qué no escribo
Cómo era la cosa, ah, era así, nos cogíamos de las manos y
violábamos el azul y el azul y el azul impulsándonos hacia arriba.
Después conseguíamos recordar el salto y su ingravidez sentados
en el sofá cama del salón, bebiendo ron miel comprado en una tienda
de comercio justo pero no nos daba el pecho para tanto.
Recogí los pedazos de todos mis amigos mientras en el piso de arriba
empezaban la mudanza y arrastraban muebles (una pesadilla como otra
cualquiera) - recogí uno a uno los pedazos de ellos y los lancé por el balcón que da
a la plaza del árbol, los lancé como se lanza un sueño triste fuera
cuando has despertado y hace sol pero pese a todo no puedes sacarte de la cabeza
todo ese desbarajuste de medias tintas y recelos.
Escribo poemas muy malos, de todos modos no importa, trato de volver a hacer esto
sintiéndome feliz, trato de recordar mierdas y más mierdas para que aflore pero supongo
que soy feliz y algo falla para mi - no hay literatura con este nivel de endorfinas-
qué le vamos a hacer.
jueves, 29 de enero de 2009 | Por safrika señorita a las 4:42 p. m. 3 pulsaciones
Palabras que no nos gustan.
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