Se escuchaba a Luz Casal. Entraba por la ventana. Eso y más cosas. Las voces de los paquistanís de arriba, pájaros, algún coche. Teniendo el edificio patio interior uno depende mucho del gusto musical de sus vecinos. Y se escuchaba a Luz Casal. Y no me importa nadaaaaaaaa...
Hace calor. Casi mayo y un calor que ruge, me gusta. Cuando las temperaturas suban un poco empezaré a ir a la playa. La playa me sienta siempre bien. La canción de Luz Casal es muy larga ¿o me lo parece a mí? El aire también viene por la ventana, hay corriente, mueve los papeles del tablón de corcho y las hojas de las plantas. Uno piensa en la quietud de algunas cosas. Digamos que la muerte puede tener muchas caras pero solo dos en cuanto a morir quieto o morir moviéndote. Morir en acción o morir así, en pasivo. Así se pueden morir las cosas. De quietud, por un lado. De interminable y tortuoso movimiento, por otro.
Un chico pasa con bolsas de la compra, mañana puede que sea tarde, no sé si me entienden. Todo son palabras. Decirlo no vale de nada. Darse cuenta, para qué. Lo que uno come es lo que caga, hasta ahí estamos todos de acuerdo. Valga eso para todo.
Sólo quiero besarte, cierta frescura en tu olor corporal, a veces más ácido pero olor corporal, y bueno, sentir cierta tranquilidad.
Ahora una abeja, ha entrado una abeja a la habitación. ¿Pueden creerlo? Zumba sobre mi y al lado de mi, zumba por el salón y regresa allí de donde viene el aire. Siempre me dieron miedo las avispas, pero las abejas me dejan tranquila, no me molestan. Zuuummmm Zummmm...
Quisiera acercarme y besarte, sería fácil pero no como yo espero. Es mejor a veces mantenerse alejado del objeto de tu amor, el precario equilibrio de lo que está naciendo es casi tan poderoso como su fuerza. Un movimiento en falso puede significar la muerte. ¿Qué se perpetúa en la cornisa? Un tachón de polvo en la boca, el sabor de la tierra. Obras aquí al lado, arena, camiones, saber dónde estás.
Quisiera acercarme y besarte. Cubrir de persianas nuestros pequeños e infantiles muros, dar penumbra a jadear y abismarse en fundirse. Un pequeño esbozo de mañana ligero, quisiera inventarme las palabras, prendadizo, avisar (de ver) gimador de lenguas, tremehundo someterse, y volver a la falda hinchada en la calle donde esconderte tú, ahí abajo y quebrarme las rodillas de gusto.
No hay quéquierenquelesdiga manera de acercarse porque una orilla engaña y el profundo es la sorpresa que estalla en lo cotidiano, quiero decir, usted se cree que va a llegar hoy a tomar el café y quiénsabequepuedepasar a su lado o qué telas se están tejiendo.
Quisiera acercarme y besarte, como se besan en las películas y cómo es tan fácil y ultraterreno, hasta comerme tus mocos sería lícito si entre saliva y lágrimones podemos surcar esta nada de cigarrillos y habitaciones separadas, llegar a ti, como vuelve un perro a casa, tan hambriento, con algún corte de latas en la pata con el morro marrón de hocicar la tierra, quisiera acercarme a ti como un continente a punto de modificarse por millones de años, como se juntan los peligrosos con los buenos, después un rastro de abrazos que desgaste las paredes.
Nunca un estucado fue tan dañino, en mi infancia solía aplastar mi espalda contra él hasta hacerme daño. Era un estucado puntiagudo, no entiendo de esas cosas pero no era el gotelé normal, el inofensivo. Se trataba de un puzzle de montañas de pintura, con los picos afilados como garras. Era consciente, ya entonces de lo paliativo del dolor para otros dolores, y de la mentira y la fealdad. Al contrario que otros niños vivía realmente en otra parte hasta bien entrada una edad. Todo lo que pasaba fuera no era nada comparado con aquello. Tenía estos pequeños vicios, siempre tenía sed, siempre tenía
hambre.
Quisiera entonces besarte, acercarme a ti y hacerlo rápido, sin fisuras, un beso franco, atravesado para siempre en la clavícula, más tarde, apresar el fango con la mano, sorber la miniatura que es un momento perfecto quedarme al menos, un rato ahí cada día. No es grato solventar las despedidas, sabemos los dos de aviones y de mesas, de papeles, sí, sobre todo de papeles, y de viajes y para qué hablar de amigos que mueren o matan o se suicidan.
Sólo sé, que cualquier cosa que haga o diga, hoy precisamente, no vale nada. Nos invade una caja llena de insectos que se abre, y no nos importa, a mi al menos que
con esto que se contrae y se expande en la palma de la mano, puedo decirlo:
ya sabes.
DEL FONDO: Ya a la venta en Underdog Ventures.
-
“Del fondo” surgen las visiones más aterradoras, pero también más
fascinantes. Surgen las preguntas más angustiosas, pero también las
respuestas más nece...
Hace 2 días