La mañana está retorcida. Creo que ya saben de lo que hablo. Las ramas estremecidas por la mañana con el frío, el árbol de hoja caduca con el color de la fiereza y la pesadez de estómago. Este bulto, este trocito de algo flotando en mi cabeza como un barco que no se pierde nada, y que hace perderlo todo. Mal carácter, ganas de golpear, autolesión, vicios. Golpearse el muslo apretando un mechero en el puño, para que el dolor sea más fino, más prolongado. ¿No? Luego todo parece desvanecerse. La respiración se hace más pequeña. Estás a salvo, eso crees. Es tan fácil. Acabar con todo. Mirar por la ventana e imaginarse no siendo nada, la vida sigue, la gente camina, el amor se rasura y se queda así, plano y blando, listo para morir. Beba usted agua para recuperar líquidos. Mejor si es una bebida dulce.
Nos conocemos tanto. Tanto y tanto que asusta. Yo no puedo interiorizar toda esta sabiduría ni tampoco hacer nada con ella más que mirarla con pasmo e incredulidad. Los ojos nunca se cierran para los vivos, sólo simulacros por la noche. El peso es maléfico, yo amaba con aceleración su sangre, con ilusión imaginaba un vehículo y cualquier viaje tan lejos, cualquier cosa era posible. ¿Qué hay ahora mutilado? Los hombres se sientan cerca con sus camisetas oscuras y los trozos de grasa blancos, de jamón, colgando un segundo de las comisuras. Tragan con gusto, nada parece aleatorio. El odio sube como bilis.
No soporta uno acariciar la desdicha, creerse peor y menos que nadie, esconder toda la belleza no cuesta nada, en esta ciudad todos parecen haber olvidado QUÉ es eso y se pronuncian con sucedáneos y experimentos que poco o nada tienen que ver con insectos y pieles rosadas, todo blando, todo nuevo, todo nacido hace poco. Tú eres lo mejor que nunca me ha pasado, parece después de todo fácil, pero no lo es. Hubo buenos tiempos, yo todavía no tenía en la cabeza este trozo viajando, digamos que no había amigos muertos ni intentos fallidos, no había grasa en los muslos ni pelos por todas partes. Todo es ahora así, tú estás en medio. Pareces más puro que la misma luz, por dios ya sé que no lo eres, sosbre todo cuando se hace de noche.
Y mi cerebro empieza a emitir esos flashes cortos, química rebosando. No sé, el aire escapa por las fosas nasales, para siempre, para siempre, para siempre.
PAULINE. MEMORIAS DE LA MADAME DE CLAY STREET: Pauline Tabor.
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«En mi trabajo me he topado con unos cuantos mafiosos importantes y, sin
excepción, son escoria humana. Pero, por malos que sean, no son tan bajos
como l...
Hace 3 horas