Para el señor con la sonrisa dorada
Fue muy fácil decir guapa y ceder el paso
En la escalera.
Subiste destrozada hasta el tercero
Quemada ya de la quimio y de la carne girada
La señora tuvo que mantener la calma
Al verte después de
Tantos años.
Bajaron rápido la persiana de la tienda
De ropa el hombre
Murió
Parece que el perro se quedó desierto y
Plano
Como un pez más que un
Mamífero.
No se obtiene nada a cambio de amasar la rabia
Ni especular con infusiones acodado en una
Barra de acero in
oxidable
Un titular de plaza famélico y con sombrero.
La chica delgada profirió un golpe a sus ojeras
Con maquillajes más caros y
Salió del portal despacio
Acariciándose una nalga.
No es tarde ahora es
Pronto todavía la gitana gorda
Aún no se ha maquillado
Se hace el aire como un balón naranja
En el pellejo de cualquiera y en la misma
Tráquea de
Ese señor que
Saluda siempre con
Las manos rojas
DIEGO VASALLO, TRAYECTORIA DE UNA OLA por PABLO CEREZAL
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[...] este artefacto poético al que te asomas, nace de la libertad y el
respeto de dos artistas, dos géiseres creativos e incansables que no
transigen,...
Hace 1 semana