La mujer desnuda miró desde el tercero al tipo tan viejo
el de la laringectomia
que podía ser su padre.
Se bautizó a si misma, en la ducha y comió
un dátil y esperó cerca de la ventana ver llegar al hombre
tan hermoso como los ojos de un dios.
Se mojó los pies en un charco, él
justo antes de entrar a la casa y subir las escaleras y precintar
su maleta y precintar su alma
se mojó los pies y bebió de sus palmas
justo antes de subir y machacarla a ella contra la cama
y machacarla contra la pared con palabras
cardiovasculares, con fiereza arterial
con el alma como un puzzle viejo de
animales salvajes en su hábitat.
Y así se bajó los pantalones y respiró el mismo aire
que ella exhalaba y se ahogó en la carne y en la placidez
del atardecer
que como un paso de cebra
se iba borrando hasta pasar
casi inadvertido.
Después ella, con marcas
de dientes en el hombro y una sonrisa en los labios
siguió asomada a la ventana mirando
al hombre con las gafas más terribles del universo
con el cinturón marrón ancho y gastado
y podía escuchar algún sonido gutural y miró
a la mujer que andaba como un torero cuyos
pasos
eran largos y nauseabundos
sus zapatos con brillos y maleficios
aterrorizando a los modernos y
su camisa de flores
el pantalón con tachas dios que horror ¿eso no es
de los ochenta?
Y bueno, la vida es esto
se dijo
seguir y seguir un poema malo
o menos malo
incluso
bueno
hasta el final
sin sacar ninguna
conclusión.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día