"En la vida real, los malditos son inaguantables"
A eso me refería exactamente con aquel texto que escribí sobre la manera que tienen las demás personas de acercase a un poeta. Un poeta considerado "salvaje" por usar esta acepción que me agrada bastante y que creo define bien lo que hacemos unos cuantos. Escribir así, de un modo casi animal, visceral ¿podría decir auténtico? Lanzando al aire el propio estilo, la propia forma.
Los malditos son inaguantables en la vida real. Vista desde fuera, desde el punto de vista del lector debo parecer una señorita la mar de elegante, siempre rodeada de cigarrillos y escritos, sexualmente activísima y de labios gruesos. Apasionada, valiente y original, algo terca. Pero nada más lejos de la realidad. ¿Por qué lo complicado atrae a todo el mundo con una atracción efímera y estúpida? Toda esa tortura que aparentemente atrae al lector del escritor, que le lleva a querer conocer, acercarse y comprender al que escribe se ve convertida en un lastre a la hora de relacionarse. Me ha sucedido varias veces. De pronto esa "tortura interior" tan interesante y atrayente se convierte en algo pesado y muchas veces inaguantable para el lector convertido en presunto amigo, amante, o cualquier otra cosa que se pueda ser. Y también para el escritor, que parece tener que mantener cierta imagen, de la cual acaba por cansarse y cuya consecuencia es la huida "por patas" de cualquier lector convertido por cosas de la vida en presunto amante, amigo o cualquier otra cosa que se pueda ser en relación a otro.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día