Escisión.
"No soy juiciosa, no suelo distinguir el peligro"
Aquella chica disidente que se separaba del grupo
en la excursión,
aquella chica a la que le gustaba
caminar la última,
nunca aprendió disciplina.
Y aunque era elevada, buena, piadosa
tenía en los ojos cierta agudeza maligna
una sospecha, la certeza de la duda,
que persistía con severidad en su cabeza
como agua estancada que nunca va a correr.
Todo ocurrió después de aquello de
la lanza en el costado
(que siempre fue una de sus frases,
en principio nada profunda, preferidas)
Cuando trás resoplar cayó a su lado
en una cama a algún metro del suelo
y se sintió bucólica aún en la ciudad
y dió por hecha la misericordia de la vida
como quien enciende el último cigarrillo
junto al estanco.
Después, vino la carnicería
el destrozo causado por la musculatura y el
cardítico amor que se moría de estafa.
Después vino el encontronazo con el odio
y todas esas cosas que una prefiere relegar
a días de ansiedad, nublados
cargados de botellas, como una bodega etérea.
Vaticinó después que se sentiría capturada
como en una célebre cárcel donde dormir
precozmente.
Sin privilegios, miraba por la ventana y sabía que
hacía falta organización y volver a mirar el mundo
como si no fuera una amenaza
sólo algo retrasado, lento, aplazado e incorrecto.
Un lugar por el que había de pasar
a toda prisa.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día