Llueve. Yo siempre fui una chica de sol y agua, nunca de sol y nubes. Antes amaba mi cuerpo, el suelo que yo pisaba. Siempre parecía reflejarme correctamente en los espejos. Todavía no tenía el corazón roto, sólo las medias tenían agujeros.
El tiempo es bastante insaciable, con su boca de lobo.
Me siento triste si pienso en todo lo que tuve, y una esperanza me abrasa los ojos que miran al futuro, sin embargo, me revuelco en mi propia insustancia en el día de hoy, presente inútil, inteligencia emocional igual a cero.
Todo se hace de acero. Las manos regordetas, el aliento gris.
DÍAS DE HAMBRE Y ROSAS por PEDRO GONZÁLEZ POLLEDO
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DÍAS DE HAMBRE Y ROSAS
Adelante y atrás por el camino,
en autostop, sin billete en los trenes,
en una mochila todos mis bienes
y la carretera como destin...
Hace 4 días
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