Llueve. Yo siempre fui una chica de sol y agua, nunca de sol y nubes. Antes amaba mi cuerpo, el suelo que yo pisaba. Siempre parecía reflejarme correctamente en los espejos. Todavía no tenía el corazón roto, sólo las medias tenían agujeros.
El tiempo es bastante insaciable, con su boca de lobo.
Me siento triste si pienso en todo lo que tuve, y una esperanza me abrasa los ojos que miran al futuro, sin embargo, me revuelco en mi propia insustancia en el día de hoy, presente inútil, inteligencia emocional igual a cero.
Todo se hace de acero. Las manos regordetas, el aliento gris.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día
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