Ahora ya no tengo que trabajar. Ahora las mañanas se hacen cortas porque me despierto tarde. Todos los días te dedico un único minuto. Lo hago nada más poner un pie en el suelo. Lo exprimo y después lo lanzo al cajón de las cosas rotas.
Así desapareces el resto del día. Yo puedo respirar.
Se acabó el minuto.
FOTOGRAMA DE UN INSTANTE por MAICA BERMEJO MIRANDA
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La mano, pequeña y blanca, descansa laxa entre los dedos morenos del hombre
que viaja a su lado. Los dos, relajados, se dejan mecer por el suave
traquete...
Hace 9 horas
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