Tenías el pelo rubio puede que yo
al mirarte o abrir mucho la boca
quisiera atraparte y después
dejarte ir para sentir que
hacía algo bien.
Fumaba apoyada en esa pared
mirando a tus primos
correr y girar en círculos
en bicicletas
y levantando el polvo.
Y tu abuela, esa mujer inmensa
que te besaba agarrando tu cara
aplastando un poco tus mofletes
y nos escuchaba
hacer el amor
detrás de una puerta
cuando salía a orinar.
Cuando estuvimos en aquel terreno tuyo
tan seco, tan árido
todo aquel paisaje
me hizo creer que vivia
en una especie de sueño
al que le faltaba árboles.
Pero créeme
de todas maneras
me hubiese quedado a vivir
habría aprendido a
jugar a las cartas
habría arriesgado mis últimos veinte pavos
con el mus.
Mientras me miraras desde la barra
y sonriendo levantando el vaso
me guiñaras
un ojo.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día