Yo no me merezco que quieras meterme entre esas cuatro paredes, con trabajo fijo para toda la eternidad, solo por sentirte mejor. Más segura, más limpia, más acabada, con la misión cumplida.
No me merezco la insolación de salir a las tres, con el murmullo de las teclas en mi cabeza, con la sensación de las horas de escritura perdidas, lanzadas al aire. No me merezco que quieras que cobre un sueldo de 900 euros a cambio de mi propia vida, de que me brillen los ojos, de que me cambie el color del pelo. No me merezco que frunzas los labios y susurres un "ya veremos.." como si tú y solo tú tuvieras poder en mi propia vida. Nada es lo suficientemente poderoso, entiendes, para retenerme. Ni Nadie.
Lo mejor de todo, es que tú lo sabes. Lo sabes desde hace tiempo.
Y sobre todo lo sabes a las siete de la mañana. Cuando subo al coche, te doy los buenos días y miro por la ventana queriendo haber recordado traerme en reproductor de mp3 para no oir bramar a mi padre con todas esas estupideces sin importancia de los coches el tráfico los cruces de mi barrio. Para no oir como NO poneis música y preferís ir en silencio, mascando el aire, mascando la respiración del otro, su propia corteza.
Y después al salir, el aire acondicionado. Odio el puto aire acondicionado. La temperatura es tan perfecta que solo quisiera tener las ventanillas abiertas y que el aire me enredase el pelo hasta la saciedad. Aire, aire, aire.
De eso se trata, entiendes?
Me pasa con todo.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día
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