Patrañas

"Soy la niña de las pestañas patraña"
Si de algo puedo estar orgullosa es de mi naturalidad. Aunque venga después, cuando ya he dejado los temblores en cajones y las vergüenzas se solapan un poco con la confianza.
Por otra parte me acojona haber puesto aquí una foto de Arturo Fernandez. Me han liado para que donara sangre, hiciera el paripé, el buen hombre me diera dos besos y me firmara un autógrafo pero al final he salido por pies y he dicho "no, mejor yo hago de fotógrafa".
La avalancha de marujas al acecho ha sido brutal, y luego había periodistas, el director y mi madre, que desde la otra punta me decía "haz fotos, haz fotos para tu abuela!" y me hacía un gesto con la mano como de firmar. Quería un autógrafo también, dios mio! Está loca!
Al final solo un par de fotos y me he ido cagando leches, para levitar en mi silla de despacho con la ventana abierta y el sol dándome en la mejilla derecha con total conveniencia para el sueño y diferentes aspectos medio locos en los que ahora mismo me veo envuelta.
Si te vi cazando en un bosque y en una casa pequeña de adobe, y cuando me corro generalmente veo imágenes de mi persona con traje de época no es una puta casualidad. No me refiero más que a mi. Yo también cuento. Yo me di cuenta desde el principio de los jodidos tiempos.
Desde el principio. No me importa una mierda lo que sea, pero se que es algo.

La historia se repite. Lo hará una y otra vez.

Nuestras breves conversaciones teléfonicas son frías y tienen un halo de inmediatez exacta. Triviales, en las que te pregunto cómo estás y me contestas que bien. En las que se que hablas un poco forzado, solo porque yo te llamo. Y quieres parecer normal pero no puedes tal vez algo se haya roto ya supongo que en el fondo es o más sano tal vez lo que se rompe pueda recomponerse, de otra manera.

Salto al vacío.
Tengo la sensación de que estoy viva y eso es lo mejor que le puede pasar a una.
En serio.