La palabra "irreductible" es tremendamente hermosa.
Tiene todo lo que hay que tener: tiene erres, tiene un duc, acaba en ble. La palabra "irreductible" es generosa, muestra un todo. Sin duda alguna habla de alguna pasión: amor, guerra. Tal vez de algún compuesto químico o de una luz que nunca muere. Como la del callejón aquel en que nos besamos la primera vez, yo con sandalias, tú con el blanco de los ojos casi verde. Aquello ya pasaba por entonces. Una vez, en la cama, lo vi claro. El blanco de los ojos verde. Y te lo dije y tú pensaste que yo quería quedarme allí para siempre. Usar tu cocina, dormir en tu cama. Estar ahí. Solo eso. Lejos de mi casa. Te equivocabas. Yo lo que quería era quedarme contigo, estar cerca de tí, probar tus labios, descansar en tu cama. Abrazarte por las noches y emborracharme como una perra de la guerra hasta que tuvieras que arrastrarme a casa de algún invencible modo.
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Es ahora cuando quiero estar lejos de mi casa. La sensación es cada vez más fuerte. Mi casa son mis padres, mi familia, el perro circense, la escalera gigante cuando se estropea el ascensor. Huir de la sensación de estar fallando siempre, huir de las palabras que siempre me dicen que hay algo que hago mal. Hoy se lo dije claro a ella: No vuelvas a decirme lo que tengo que hacer, si lo haces te juro que haré todo lo contrario.
Que difícil es comunicarme contigo. Antes era más fácil, hablábamos mucho, de verdad. Creo que las dificultades con mi padre, con el que siempre estaba discutiendo y al cual se le hizo el pelo blanco en cuestión de meses, hacían que nosotras nos acercáramos.
Hasta el día de la carta. Ese día marcó un antes y un después. ¿Te acuerdas? Yo había quedado con vosotros para comer, y llegué diez minutos tarde. Me estabais esperando en el coche. Cuando entré, él empezo a gritar y a bramar como en sus mejores tiempos. Tú sabes que siempre que me grita no puedo evitar llorar, llorar sin parar, de pronto tengo cinco años. Salí en medio de la avenida, con el coche casi en marcha, corriendo sin dirección, me perdí en las calles. Lloré durante horas. Volví a casa y le escribí aquella carta. Se lo dije todo: Ya no soy tuya, soy mujer de otro hombre, ya no me llamo Patricia, olvídate de lo que fui y céntrate en lo que soy ahora. Una carta dura, transparente. Definitiva.
Me contestó. Una carta perfecta, sincera, de aceptación total. Nunca pensé que escondiera dentro de él toda esa maravilla. Desde entonces nuestra relación cambió. Aunque un pelín chantajista emocional y un bromista macabro, es un buen hombre, un gran padre, el mejor. Es noble, es fuerte, alto y guapo. Luchador, concreto, con las cosas claras. Es constante y creo que con los años se ha hecho mucho más tolerante, aunque de vez en cuando tenga esos momentos en los que parece de la edad media.
¿Y qué me ha pasado contigo? ¿Debería escribirte a ti una carta igual de dura, diciéndote cuatro cosas? ¿Hacerte llorar? Hacerte VER que NO puedo más. Que quiero a mi madre - mujer - persona no a una máquina que se pasa el día recordándome lo que cree que puedo olvidar. Que sube a mi coche y : ve más despacio, está ahí la policía, acuérdate de poner gasolina. NO TIENES QUE ESTAR EN TODAS PARTES. Te pido de corazón que dejes de estar en todas partes. Nadie puede hacer eso. Nadie debe.
Me gustaría que habláramos de la vida sin más, que me dejaras de recordar todas las cosas. Que me dejaras ser más yo y no intentaras llenar esos espacios que yo dejo vacíos por voluntad propia. Que no intentaras suplir mis carencias burocráticas, automovilísticas, académicas y de todo tipo. Elijo ser quien soy, ser como soy. No quiero ser como tú, no quiero ser como nadie. Me gusta parecerme a tí en cosas pero no soy tú.
Me gusta ser Patricia. Hay cosas que, sinceramente, me tienen sin cuidado. Déjame que las siga teniendo ahí, en mi cajón de cosas "menos o nada importantes"- como por ejemplo renovar el jodido DNI o hacer el cambio de aceite el día exacto que corresponde. Por dios.
Aunque a veces preferiría ser otra Patricia te aseguro que no es la que tal vez imaginas que debí ser yo.
Se que no soy perfecta y te aseguro que no es mi intención. Tal vez ser mejor, eso sí. Pero creo que tú ya sabes lo buena que soy. No se trata de eso.
Necesito irme de Valencia. Te lo dije esta tarde, en el coche, mientras paradas en un semáforo tú tirabas el humo por la ventanilla y yo miraba hacía afuera, hacia el cauce del río. Y hacía sol.
Necesito irme de Valencia. Y tú no has dicho nada, has murmurado algo. Te ha faltado decirme que soy imbécil y una soñadora de mierda. Que ponga los pies en la tierra, que HAGA ALGO YA. Que trabaje, que saque una oposición que siente la puta cabeza, pero es que yo no tengo futuro, tengo presente. Es aquí, es ahora. Es hoy.
No se donde estoy, ni por qué estoy aquí. Me apetece alejarme. En realidad nada ha cambiado demasiado, no es nada nuevo, siempre fue asi. Me apetece buscar mi propio camino. Estoy harta de sentirme juzgada.
La capacidad de sentirme libre entre las cuatro paredes que supone para mi Valencia se ve mermada, se ve machacada por montones de papeles, de horas, de viajes en coche, de colas, de coñazos varios.
Necesito Respirar.
Venir a tu casa, dormir entre tus sábanas limpias, que me des de comer. Contarte como estoy, que soy feliz. Que te sientas feliz por ello y no juzgues la manera en que lo he conseguido.
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"Tienes que romper el nudo gordiano"- me salió en las cartas gitanas aquella vez, hace muchos años.
Ayer: Vidas Pasadas. (Influencia interna que no soy capaz de ver)
Darse Cuenta (Influencia externa que soy capaz de ver)
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Estoy nerviosa. Bastante asustada. Feliz a la vez. Ando a ratos como si me hiciera grande grande grande enorme como si fuese a salir de mi una bandada de pájaros al sonido de un tiro de escopeta.
A ratos tengo la sensación de que algo está pasando y quisiera a veces alejarla y solo vivir las cosas si realmente pasan.
No me gusta que seas enamoradizo eso significa que igual que vienes, te irás. Calculo que lo importante es el tiempo el ahora. No adelantar acontecimientos ni subirse al burro antes de tiempo porque por antes que te subas no va a correr más.
Supongo que nadie ha hablado de quedarse en ningún sitio, eso lo hace todavía mejor.
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Apoyar la cabeza en tu hombro mientras fumas y hablas de cientos de cosas que podemos hacer. De cosas que van a romperse. No, no. Nada a va a romperse. Todo se transforma, eso es todo.
Nadie sabe lo que va a pasar.
Mi corazón late más deprisa cuando paso tiempo sin verte y quedamos en un bar.
Te veo en un par de semanas. ¿Querrás?
Yo siempre te voy a querer.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día
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Me he emocionado leyendote, bailas muy bien aunque eso ya lo sabes.
Besos, preciosa.
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