Hay veces que convoco a los fantasmas hablo con mi abuelo Luis,
Le cuento cosas. Recuerdo que no me desperté cuando murió. Que la luz
No traspasaba la cortina que no sonaba un fado
No tenía por qué asustarme.
Hoy lloré en la tesorería de la seguridad social, odié a mis familiares y repté por el metro
Generando ecuaciones de lamentos para resolver por las muchachas.
Nadie me miró, una pieza inexistente, sueños en Marruecos y viajes al baño a comprobar la barriga.
Crecimiento, protuberancias, posibilidades.
¿Dónde está la rubita que superaba la claustrofobia en el túnel donde criaban champiñones?
Con una chaqueta de punto y unos pantalones de talla pequeña.
O la perra manchada que bajaba por los toboganes.
Un recuerdo para los que se van
Allá vamos,
que somos nosotros.