La incertidumbre de un enema opaco y el cielo abisal en cuaresma sin estar en fechas. Perlita se hace una raya y a través del cristal todo está oscuro, se ha hecho de noche tan rápido, aspira fuerte mientras piensa en su madre y en el calor del sol. Piensa en tornillos de Palmer y amputaciones de miembros y dialéctica para espantar a las moscas. La cocaína se acaba y con el vestido rosa se siente fuera de lugar. Perlita ha sido diagnosticada de aprensión a las violetas y a la muerte, hay canciones que no quiere recordar, poetas amigos con los que no quiere hablar y cierta distancia y ciertas manos y cigarrillos sobre la mesa. Unos minutos más tarde Perlita se calienta los pies con el radiador, pega los calcetines sucios al metal hasta que se abrasa y estornuda y da vueltas en círculo por el salón enorme de la casa con tres cuartos de baño. Perlita está quemada, hoy piensa en su madre y en la guerra, no hay escuela y no hay fiesta, suspendido todo y en volandas en su pecho enfermo, va con diarrea hasta el baño y siente vergüenza del olor y la sangre. Perlita se hace otra raya y cuando tocan al timbre y sabe quién es decide no abrir la puerta, y lo decide sobre la marcha, y lo dice, por el telefonillo, no abriré por mucho que insistas.
El amigo se marcha, y aún se hace todo más oscuro, se dirige con las bragas húmedas de mierda hasta el baño y se inspecciona las costillas en el espejo, abre el agua y se ducha, tira la ropa a la basura. La cocaína se ha acabado y tiene enredos en el pelo, pero hace tanto frío, no voy a lavarme la cabeza, joder, no voy a hacerlo. Tienen que hacerle esas pruebas y el médico la mirará despacio para decirle que va a morirse, así que no importa demasiado el pelo, piensa, o tal vez sí, tal vez por eso importa más. De todas formas no se decide y tiene cada vez más frío, y vuelve a la sala, y se queda dormida en el sofá.
Se despierta y es de día, se oye escándalo en la calle, abre la boca para bostezar y vomita sobre la alfombra, corre al armario, se viste deprisa, llega tarde a la cita, al hospital.
- Si no ha tomado las papillas no podemos hacerle la prueba.
Le dan cita para la semana siguiente. Tiene miedo, Perlita, y pilla algo de farlopa, y se queda tumbada fumando cigarrillos, ha limpiado el vómito, ha abierto las ventanas.
Toda la casa huele tan mal.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día