Vengo del desorden, vengo de la rama que atraviesa el fango, del
deterioro que se forma en las camisas y el silbido, del desprecio
enfundado como un guante, de la caverna de yodo y el anclaje a lo subhumano,
vengo del frío del desierto, de lo despoblado y del entierro de un hombre,
vengo de la suspensión gozosa, de martirizarme como un escolar de ceniza,
de doblegar con más doblez lo torcido y ambiguamente y sorda y lenta,
sin perdón y sin indulto, vengo como vienen los pájaros del exilio y a
verterme carniforme entre tus brazos,
qué patria de muñones y trenzas, las níñas podrán decírtelo, yo fui
una de ellas.
Vengo del color que expedía facturas y aceites,
en el espejo soy vulgar y hermosa como una cerradura, dientes y esparto y
rasguños. Te amo con la simpleza de un mecanismo de manos, de empuñadura,
y en la humareda perfecta que exhalas los sábados, pero vengo de un
ojo azul alterado y psicótico, de una enredadera que tejía los cabellos, pobres y rubios,
grasos como oraciones, se desplegaban sobre la almohada.
Vengo de donde se casan las otras, las parejas estables compraban allí casas
y vientres, vengo de la receta inservible, nada sobrevive con ésta medicación.
Sabes de dónde vengo, el pozo lleva mi firma, el límite lo escribes con tu espalda,
cruje ahora el cabello rojo como un cacahuete quebrado con el pulgar,
me doy una tregua, después de todo vengo
del abono y
la sedación.
Vengo del exceso y la obediencia.
ES MEDIANOCHE EN CASI TODO EL CUERPO: Gema Fernández Martínez.
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Un poemario también puede ser un mapa, un acertijo, una tirita, una
linterna que arroje algo de luz a cada semioscuro. En este libro, la autora
traza un ...
Hace 2 días