La señorita más bonita de la ciudad ha decidido hacerse la cirugía plástica cansada como está de que todo el mundo la trate de tonta sólo por su belleza.
Nosotras pensábamos que desde luego hay que se tonta. Pero tanto que hasta llega a darle la vuelta a toda la tontería posible existente concentrada en una persona. Tanto que hasta parecen tener sentido la sarta de imbecilidades que suelta por esa boquita jugosa y de labios perfectos.
Nosotras queríamos comérnosla, pero ella se resistió justo cuando le clavé el tenedor en el muslo. Y aún hoy, nos mira a veces con recelo, esperando a que saltemos sobre ella como dos hienas hambrientas.
No nos importa.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
-
*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día