Con una fiebre en el labio, la chica del diente partido se dirigió a la cita con el buzo de grandes ojos miel. Estuvieron tomando una cerveza y hablaron de la procreación y de los insectos en el ámbar. Se miraron a los ojos con cuidado y estuvieron hablando de la inmediatez con la que se actualiza el dolor en la vida de uno, y de como las energias que desprendemos atraen aquello que les es necesario para subsistir.
Después se despidieron en el portal de la chica, y él le dijo:
- Anda, ven, dame un abrazo.
Y alargó su mano hasta la solapa del abrigo de ella, asiendola con fuerza y acercando a la chica a su cuerpo rápidamente, sin darle casi tiempo a reaccionar. Ella notó sus tetas pegadas al cuerpo de él y le dio un par de palmaditas en la espalda. (ella siempre había pensado que las palmaditas en la espalda en un abrazo es lo último que se dan dos amantes potenciales, así que lo hizo con cierta fuerza, para hacer notar al chico buceador que ya estaba cansada de dar vueltas, que quería irse a casa, que no quería besarle) Y él pareció entenderlo porque se retiró rápidamente mientras abría la boca recién salida del dentista y le decía.
- te llamaré para venir a ver una película... en tu casa.
Ella contestó.
- vale, además tengo muchas que me bajo de internet.
Volvieron a besarse en las mejillas, suavemente. Ella entró en el portal y se giró al cerrar la puerta, observando como el buzo de grandes ojos miel se ponía el casco mientras la miraba, guiñaba un ojo y sonreía montando a horcajadas sobre su moto enorme.
Nada parecía importar ahora, subiendo las escaleras. Con todas las puertas cerradas y muchas ventanas abiertas, se sentó en el escritorio y escribió por escribir, sin mirar las letras, sencillamente pensando en cajones vacíos, semen, hijos y temperatura ambiente.
Se quedó así, un buen rato. Hizo como que no había llegado todavía a casa. Se preguntó hasta que punto podría ser bueno el estar de nuevo así, con esa sensación en la nuca, con ese sudor frío, con el miedo a perderlo todo. Casi inevitablemente vino a su cabeza aquella teoría absurda sobre las relaciones amorosas, que han de durar a ser posible sólo dos años. No perdamos la magia. No la perdamos.
Se dijo.
Pero sabía que a partir de ahí, todo iría siempre cuesta abajo.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día