El cartel de "Se vende" que cuelga de los hilos de tender la ropa, en la finca de enfrente, segundo piso, se agita como si fuese a caerse de un momento a otro. Da vueltas, con el aire, con imprecisión pero con fuerza. Lo miro y me concentro en que se vaya todo a tomar por el culo. El cartel, los hilos, la finca, las inmobiliarias. Confío en que la tierra se purgue un buen día de este asqueroso virus que se la come, que la afea, que la llena de cables, puentes, fincas, parques defectuosos y tristes autobuses. Confío en su propio sistema inmunológico.
Claro todos esperamos que la tierra se purgue mientras no lo haga en nuestro salón o en nuestra nevera.
Estoy cansada, apenas tengo tiempo de relajarme, de sentarme un rato, escribir, fumar. Apenas te recuerdo ahora, es más, me pareces vulgar y lleno de pequeñas esquinas que ni tu mismo reconoces. Y ahí es donde reside tu tristeza, y dónde reside la mía, tan falta de abismos superficiales y tan entregada a romanticismos y suaves playas, fornidos niños y grandes porros fumados a media noche, cuando todo está en silencio y me apoyo en tu hombro. Y hablamos y parece que nos entendemos.
No se, todo me importa un carajo.
Solo tengo ganas de marcharme. Estoy contenta porque voy a hacerlo, porque todo lo que hago ahora mismo se encamina a ese objetivo. Coger un avión, alejarme, hacer como que no me importa. Y que no me importe, vaya.
Odio pensar que esa maldita zorra tenia razón.
Supongo que aún te quiero.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día