Suculento el viento, con olores de sueños
tus carrillos hinchados comiendo demasiado
el sueño profundo,
la inexactitud de los dedos.
Atravesada por lanzas vacías, huecas
como cañas de bambú
y arrastrada en el suelo limpio
como una vieja fisgona, busco
bajo las mesas, entre las sillas
algo que aún te pertenezca.
Todas mis redondeces que
se vuelven esquinas.
Toda la razón que se convierte en
cubos
de
basura
borritas de polvo
tristes
y yo
subyugada (por aquellos besos)
Después hay un ruido.
No
puedo
dormir.
DÍAS DE HAMBRE Y ROSAS por PEDRO GONZÁLEZ POLLEDO
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DÍAS DE HAMBRE Y ROSAS
Adelante y atrás por el camino,
en autostop, sin billete en los trenes,
en una mochila todos mis bienes
y la carretera como destin...
Hace 17 horas
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