Salgo a la calle. Se quema mi frente y esa señora
parece ridícula enfudada en ese traje de chaqueta.
Mi nuevo y prodigioso color de piel hace las delicias
de obreros y médicos con gafas.
Tengo en los ojos el brillo y la seguridad
de quien ya no ostenta nada.
No tartamudeo, aunque juraría que ayer
me sentí como si de repente
la garganta se aburriera de ser perfecta.
Nada es irrealizable, nada infranqueable.
Aunque
No te impresiono, no te conmuevo, no te seduzco
no te convenzo.
Has sido práctico te anticipaste a la pesadilla.
Aún así
Dame autorización y me alistaré en tu piel
como si fuera una gran misión.
Imputame un crimen, perdóname.
Soy excelsa, soy osada.
He rescatado del sumidero
lo idealista, lo positivo.
La perversidad de la bondad.
Con una caida de ojos.
FOTOGRAMA DE UN INSTANTE por MAICA BERMEJO MIRANDA
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La mano, pequeña y blanca, descansa laxa entre los dedos morenos del hombre
que viaja a su lado. Los dos, relajados, se dejan mecer por el suave
traquete...
Hace 9 horas
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