No hay mayor enfermedad que la que libera tu boca. Tu boca exacta, precisa. No existe mayor placer, podría llamarlo insuperable, si acaso fuera superado yo moriría, porque de gusto puede una morirse.
El aire fresco entra por la ventana. No tengo raíces, no tengo tumbas. Nada demasiado real, nada palpable. Solo mi cuerpo, y lo recorro con las manos, y dejo que tú lo recorras. Me olvido de todo, cierro los ojos. Necesito cerrarlos para continuar.
La chica de las mechas, con sus perras siempre ahí, en el descampado, está loca. Su cabello está electrificado y su culo debe haber perdido la inocencia a manos de algún desaprensivo. Tendrá el corazón herido y se encierra. Y cómo se puede vivir así.
Voy a irme pronto, todo está cambiando. Miles de puertas se abren, no necesito brazos que me esperen. Y de verdad no los necesito. Llegados a este punto, ni siquiera los deseo. Necesito cierta gravedad que me haga flotar en soledad milimétrica. Cantar al oido del chico de la barba naranja. He descubierto algo, y ese algo, me va a hacer volar.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día
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