Me enfurezco y todo salta en pedazos.
Presiento la fuerza centrífuga del cambio, del silencio.
Me enfurezco y detrás de los cristales sólo hay objetivos, posibles targets.
Esa puta señorita gorda vestida de rosa,
la pareja de bolleras de pantalones caquis.
El niño asomado a la ventana, moviendose espasmódicamente
escuchando alguna música horrible.
La maruja que camina deprisa y luce unos espantosos pantalones
estilo cebra.
La niña de pelo crespo en su patinete eléctrico.
Autobuses, coches, polvo levantado por las máquinas que hacen de mi huerto
un paisaje desolado y seco.
Esta no es mi casa.
No es mi camino.
Es el principio de algo,
pero todavía no sé que es.
No soy una víctima, pero estoy sola.
No soy verdugo, pero estoy sola.
No soy frágil, ni transparente.
Es sólo que estoy cansada.
De soltar las hojas, de doblarlas. De dar todo lo que no soy
de negar todo lo que sería.
Si yo me amase.
FOTOGRAMA DE UN INSTANTE por MAICA BERMEJO MIRANDA
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La mano, pequeña y blanca, descansa laxa entre los dedos morenos del hombre
que viaja a su lado. Los dos, relajados, se dejan mecer por el suave
traquete...
Hace 10 horas
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