Dos horas en la sala de espera del hospital dan para mucho. Rabio ante la casi perdida costumbre de llevar siempre conmigo una libretilla donde anotar lo que veo. Al final del día muchos detalles se me han olvidado. Mujeres embarazadas, una trás otra. Mujeres de ovarios muertos. Mujeres sin ovarios. Mujeres viejas. Mujeres demasiado jóvenes.
No es agradable abrir las piernas en ese maldito potro y que te agarren un trocito de dentro. Me duele la barriga todo el día. Dos horas, creedme, dan para mucho. Y después está el sueño. Lo inconmensurable de tus ojos rebosantes de amor y mis ojos -pájaros en éxodo.
En el coche pensé que si me equivoco por lo menos sabré que hice las cosas bien. También veía nuestros posibles cien hijos (ya hablé de eso en un poema) pero no sé si los veía de verdad o si de verdad eran tuyos.
Y después está esta sensación extraña nueva casi nueva medio loca como si quisiera salir de mi como si hubiese estado esperando para manifestarse. Y el miedo y la risa. Bueno, todas esas cosas.
A veces todo el tiempo a todas horas parece demasiado tarde.
No quiero escribir más porque odio estar triste, porque no quiero. Dragones de sangre fría echando fuego por la boca. Ya sabes.
Todo mentira.
LA LABOR DEL TERMINATOR: Tomás Soler Borja.
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*Tríptico al óleo del alma humana *
Cuánto de lascivia, de onanismo
público, indisimulado, cruel
y tantas veces goloso
en los poetas y sus cantos
―d...
Hace 1 día
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no entiendas las cosas al revés...
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