Me gusta sentir el fresco de la mañana entrando por la ventana del despacho. Y oir los ruidos de la calle. La gente que habla, los coches pasar despacio.. Supongo que me sobro y me basto. Es una buena cosa, esa de saberse única y llena de mi misma. Como si ya no me hiciera falta un brazo, o determinadas palabras. Como si no hiciera falta esperar nada. Nada espero.
O tal vez que algo me transporte tan lejos que al mirar atrás no pueda más que sonreir.
Pero bueno, eso forma parte de mis fantasías e ilusiones más mágicas.
En el fondo y en la superficie, soy una romántica total y absolutamente fuera del tiempo y el espacio. La aceptación de esto es imprescindible para autocomprenderme y llegar a entender que mis necesidades e ilusiones forman parte de un pasado remoto y nada cruel. Donde tal vez fui feliz o tal vez encontré el sentido de las cosas. Demasiada lectura, demasiados castillos encantados.
Bien. Partamos de la base de la sinceridad que tiene quien comprende que cualquier otra cosa sería estúpida..
Vamos. Quisiera no tener que comprobar que estoy equivocada.
Pero ya no me asusta estarlo.
FOTOGRAMA DE UN INSTANTE por MAICA BERMEJO MIRANDA
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La mano, pequeña y blanca, descansa laxa entre los dedos morenos del hombre
que viaja a su lado. Los dos, relajados, se dejan mecer por el suave
traquete...
Hace 9 horas
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