Me gusta sentir el fresco de la mañana entrando por la ventana del despacho. Y oir los ruidos de la calle. La gente que habla, los coches pasar despacio.. Supongo que me sobro y me basto. Es una buena cosa, esa de saberse única y llena de mi misma. Como si ya no me hiciera falta un brazo, o determinadas palabras. Como si no hiciera falta esperar nada. Nada espero.
O tal vez que algo me transporte tan lejos que al mirar atrás no pueda más que sonreir.
Pero bueno, eso forma parte de mis fantasías e ilusiones más mágicas.
En el fondo y en la superficie, soy una romántica total y absolutamente fuera del tiempo y el espacio. La aceptación de esto es imprescindible para autocomprenderme y llegar a entender que mis necesidades e ilusiones forman parte de un pasado remoto y nada cruel. Donde tal vez fui feliz o tal vez encontré el sentido de las cosas. Demasiada lectura, demasiados castillos encantados.
Bien. Partamos de la base de la sinceridad que tiene quien comprende que cualquier otra cosa sería estúpida..
Vamos. Quisiera no tener que comprobar que estoy equivocada.
Pero ya no me asusta estarlo.
EL DÍA QUE ME CRUCÉ CON CHARLES MANSON por ALEXANDER DRAKE
-
Domingo 15 de diciembre de 2019, 12:33 del mediodía. Cruzo el puente del
Kursaal en dirección al Centro y justo en medio veo a un chico joven con
pinta d...
Hace 3 días
0 pulsaciones:
Publicar un comentario