Sí. Dolor. El dolor de muela es salvaje. Un poema mío empezaba así.
Se extiende por mi cara y el cuello, tensando los músculos. Sube por el oído y la cabeza. Supongo que quien lea esto pensará que tengo una infección de caballo y es lo más probable. El dolor dura un minuto y se aplaca solo. Después vuelve. Una nunca sabe cuando, así que voy por ahí con miedo a abrir la boca, casi a respirar, por evitar el aire frío entrando y sensibilizando más y más mi caries o lo que sea que vive dentro de ella.
Trabajar, trabajar, trabajar. Hoy en la facultad de medicina. Gente que viene y que va pero juro que no podía más que morirme de dolor y escuchar a Bowie porque gracias a la divina providencia ayer metí en mi bolso un cd de mp3.
Me salven los cómics de Gaiman que repaso en inglés y la llamada justo ahora de Mx que viene a tomar café y a ver fotos. Una tarde sin duda entrañable.
DIEGO VASALLO, TRAYECTORIA DE UNA OLA por PABLO CEREZAL
-
[...] este artefacto poético al que te asomas, nace de la libertad y el
respeto de dos artistas, dos géiseres creativos e incansables que no
transigen,...
Hace 1 semana
0 pulsaciones:
Publicar un comentario