Mientras fregaba los platos se hizo verdad
y no sé que sería: un beso, una caricia
la gran follada
pero ahí estaba.
Porque mi cuerpo se abrió y resquebrajó, seco
y cansado
y mis manos quisieron arañar el rostro
de la impaciencia.
Y las lágrimas se ahogaron en mi cara.
Bueno es cierto que
estaba oyendo cierta música
y estaba intentando soltarlo todo
que se hiciera gigante tan grande
para volcarlo derramarlo
terminar con todo.
Por inercia.
Por su propio peso.
DIEGO VASALLO, TRAYECTORIA DE UNA OLA por PABLO CEREZAL
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[...] este artefacto poético al que te asomas, nace de la libertad y el
respeto de dos artistas, dos géiseres creativos e incansables que no
transigen,...
Hace 3 semanas
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