Dabas vueltas en la cama, con el camisón rosa, el de verano, y puede que sea demasiado pronto, pues hoy te duele la garganta y casi te asusta el tabaco. Y estabas sola, la perra prefirió ayer dormir en el sofá.
Después de marearte frente al espejo y vomitar, el alma se te quedó pegada en el lavabo. Tratando de despegarla, te inundaste de sueño, y al volver a la cama revuelta, ni siquiera pudiste dormir. - No digas nada, no digas nada -
La distancia es igual a cero. El infinito es igual a cero. Mi corazón es igual a cero.
En el sueño el hombre sin columna vertebral se escurría de vuestras manos como un gusano, y al despertarte un poco, pensaste claramente, claro es que esto no se sostiene.
Después no quisiste recordar más, y volviste a vomitar.
En el espejo que está junto a la cama, estuviste observándote. Las piernas hacia arriba, abiertas, cerradas, los pies estirados y el culo, distintas posturas para poder aferrarte a algo. Pensar, esta soy yo y entre tinieblas, resulto hermosa y casi transparente.
No es tan difícil, y te volviste a dormir y ya no quisiste soñar nada.
DIEGO VASALLO, TRAYECTORIA DE UNA OLA por PABLO CEREZAL
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[...] este artefacto poético al que te asomas, nace de la libertad y el
respeto de dos artistas, dos géiseres creativos e incansables que no
transigen,...
Hace 2 semanas
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