Al otro lado del espejo es ese libro que lei hace tantos años en clase de filosofía, y aquel tipo al que se le caían las gafas no podía dejar de mirarme los codos.
Quisiera ahora mismo echar un muerdo a cualquier trozo de carne y vaciar la cabeza. Dejarla hueca, que pudieras beber zumo de coco dentro de ella. Que pudiera yo nadar hacía arriba, si acaso eso puede hacerse.
Podría esforzarme por poner los ojos en blanco.
Nada me aturde más que hablar de mi.
No sé por qué me empeño en hacerlo.
DIEGO VASALLO, TRAYECTORIA DE UNA OLA por PABLO CEREZAL
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[...] este artefacto poético al que te asomas, nace de la libertad y el
respeto de dos artistas, dos géiseres creativos e incansables que no
transigen,...
Hace 2 semanas
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